Sentado en un bar, con sus amigos y un whisky ‘on the rocks’, Joaquín Sabina invitó este jueves a su público a un ‘Último vals’ y Gran Canaria respondió con esa energía que solo desprenden quienes se veneran mutuamente.
Sabina arrancó en Canarias el tramo español de la gira ‘Hola y adiós’ ante el aforo completo de siete mil personas, en una despedida que sabe más a un ‘Hasta siempre’ que a un adiós y que tejió en canciones eternas capaces de unir generaciones.
Miles de personas acompañaron en una noche de música hasta ‘El bulevar de los sueños rotos’ o al número 7 de la ‘Calle Melancolía’, para «silbar la melodía» de una vida en los escenarios.
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