RELATOS DE VIDA
Eran apenas las ocho de la noche, familia y amigos comenzaban a llegar con platillos de comida, botana, refrescos, unas botellas de vino y algunos otros con cartones de cerveza, en tanto sobre la Mesa ya se observaban los platos, cubiertos y copas llenas de uvas para los deseos de año nuevo.
El festejo transcurría con música, algunos bailaban, otros cantaban, unos más recordaban anécdotas chuscas y nostálgicas, y otros más degustaban de la botana observando las redes sociales en sus celulares.
Un par de horas después, la mitad de los invitados ya estaban enfiestados, unas cuantas botellas de vino y cerveza lucían vacías sobre la mesa o el piso, las botanas se habían acabado, los valientes del karaoke y bailadores tomaban descanso, y los que veían redes sociales seguían con la dinámica.
Así transcurrió poco más de una hora, se les notaba hambrientos, solo esperaban que iniciara la cuenta regresiva para recibir al año nuevo, darse el abrazo y comenzar a cenar para renovar energías que les permitiera seguir la fiesta hasta la madrugada del siguiente día.
Las campanas resonaron, todos sostenían sus copas con uvas en las manos, la cuenta regresiva comenzó, y al gritar a todo pulmón “uno”, le siguieron los abrazos con deseos esperanzadores para todos, pero también el sonido de la pirotecnia que retumbaba en los alrededores de la casa.
Dicha situación fue olvidada por los anfitriones que dejaron sueltas a sus mascotas, tres perros de raza golden retriever que entraron espantados corriendo a la casa tumbando todo a su paso y al tratar de esconderse debajo de la mesa jalaron el mantel tirando la comida ya servida.
La mirada de sorpresa de los hambrientos y la vergüenza de los dueños, en un instante se transformaron en carcajadas, posiblemente como reacción ante la falta de cena y la situación de que por la hora no encontrarían algo para comer.
Finalmente solucionaron la hambruna acudiendo a una tienda de conveniencia de 24 horas para comprar sopas instantáneas, pan, jamón, salchichas, casilleros de huevos y latas de chiles, y disfrutaron de una improvisada cena que formaría parte de su anécdotas.


