La escritora Rosa Montero y la actriz Carmen Maura protagonizaron este viernes un coloquio en el Instituto Cervantes de París en el que compartieron desde su miedo al mundo que viene, sobre todo ante la posibilidad de que nadie regule la Inteligencia Artificial (IA), a sus visiones sobre el feminismo.
«Yo estoy asustadísima», confesaba Maura que cumplió 80 años en septiembre pasado, tras oír hablar a Montero sobre la IA, que tiene un papel importante en su última novela, ‘Animales difíciles’, publicada a comienzos de este año.
«Es la mayor frontera tecnológica que ha afrontado jamás el ser humano, nunca ha habido una revolución de este calibre», sostuvo por su parte la escritora madrileña, si bien en una nota más optimista recalcó al público que, si el futuro da miedo, «lo podemos cambiar».
El coloquio, organizado aprovechando el paso de ambas por París y titulado ‘Ayer y hoy’, versaba sobre la libertad. Pero eso era solo una excusa, como apuntó al presentar a ambas el director del Instituto Cervantes parisino, José María Martínez Alonso, para que las dos hablaran «de lo que les dé la gana».
Y eso, lo que les da la gana, es algo que Maura confiesa que le gusta hacer cada vez más, porque ahora puede, gracias a la edad.
«Lo bueno de ser actriz es que todo el mundo te tiene que tratar muy bien para que estés contenta. Te tratan un poco como una loquita, y ahora que estoy viejita, todavía más», afirmó, desatando carcajadas en el auditorio.
«Además, cuando me ofrecen un papel -agregó la intérprete ganadora de cuatro goyas- les hace mucha ilusión que lo haga porque piensan que igual es el último».
Consultadas sobre la libertad, Maura, que este año ha estado presentando los filmes ‘Calle Málaga’ y ‘Vieja loca’, se reafirmó en su opinión de que en los ochenta se sentía más libre: «hicimos cosas que ahora no podrían ir al cine».
Pero Montero, de 74 años y madrileña al igual que su compañera de coloquio, prefirió quedarse con los avances, sin dejar de reconocer que también hay una «deriva terriblemente retrógrada».
Sobre todo se ha avanzado en temas como el feminismo, dijo, y recordó la dura historia que vivió la propia Maura al divorciarse en 1970, ya que el juez le negó la custodia de sus dos hijos «de un plumazo» solo por ser actriz.
«Ni se lo pensaron», rememoró Maura, y aseguró que «en eso sí que hay una diferencia enorme».
Ambas coincidieron en lo difícil que fue enfrentarse a sus familias para dedicarse a la cultura, especialmente en el caso de la actriz de títulos como ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’ o ‘La comunidad’, porque venía de una «familia bien».
De hecho, Maura compartió que una tía suya le dijo que se cambiara el apellido (es sobrina bisnieta del político conservador y varias veces presidente del Gobierno durante el reinado de Alfonso XIII Antonio Maura) por si acababa haciendo un papel de criada.
A pesar de la oposición de su familia, interpretar le salvó la vida en los momentos personalmente más complicados, porque si no se «habría vuelto loca».
Por eso, y porque sabe que se le da muy bien, Maura no tiene planes de dejarlo, aunque sí de quizás quedarse trabajando más cerca de casa, donde pueda seguir cuidando a su perra, con un amor por las mascotas al que también se sumó Montero.
Hablando sobre feminismo y sobre sus propias luchas personales, Maura apuntó que le molestan los discursos que se olvidan de los combates que mantuvieron, con menos apoyos, generaciones como la suya, mientras que la novelista celebró que el feminismo no sea una «ideología» y que quepan dentro de él muchas visiones.
Por eso, cuando Maura opinó que a ella no le parece justo que haya medidas de discriminación positiva, empezando por el cine, porque ella considera que un director novel lo tiene muy difícil para hacer una película en comparación con una mujer a día de hoy.
Montero le recordó que también las becas educativas son una medida de discriminación positiva y esas, sin embargo, no «molestan».
«Es un parche. Mientras haya una discriminación real tendremos que apañándonos con parches», dijo la escritora.
La víspera, Montero se había encargado de impartir la primera conferencia magistral Sorbona Cervantes, una iniciativa conjunta entre la prestigiosa universidad francesa y el Instituto Cervantes, en la que la madrileña habló, en especial, de la relación indisociable entre los humanos y los relatos.
A su paso por París, que se dio por haber sido elegida este octubre como Autora del Mes del Cervantes, Montero protagonizó también otro coloquio, con su editora francesa Anne-Marie Métailié.

