En el marco del aniversario número 115 de la Revolución Mexicana, Carlos Alberto Carrillo Galicia, presidente de la Asociación de Historiadores Egresados de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (AHE-UAEH), explicó la importancia de analizar las creencias, ideologías y expresiones materiales e inmateriales, al asegurar que influyen directamente en los hechos históricos.
Lo anterior al destacar el espiritismo en México y su relación con Francisco I. Madero, impulsor del movimiento antirreeleccionista que dio inicio a la Revolución Mexicana.
Detalló que este movimiento nació del esoterismo y se fusionó con la ideología política del liberalismo y del positivismo, debido a que estos tres enfoques compartían una misma esencia: la libertad de pensamiento y la posibilidad de ejercer de manera autónoma otras creencias.
Manifestó que Madero provenía de una familia que se enriqueció durante el Porfiriato; con el nuevo estatus económico, siguieron la costumbre de enviar a su hijo al extranjero, donde cursó estudios en Estados Unidos y Francia. En este último país le hicieron saber que tenía habilidades para ser médium, aunque su primer acercamiento fue a través de la Revista Espírita, fundada y escrita por Allan Kardec, padre de dicha doctrina.
El historiador Garza explicó que el ex presidente de México inició las prácticas en solitario a los 22 años de edad; de acuerdo con sus memorias y diarios, él era un médium escribiente, es decir, que entidades o espíritus tomaban control de su mano para escribir mensajes durante las sesiones que realizaba.
Citó que “Raúl” fue el primer ente que contactó y guió a Madero hacia la filantropía y el vegetarianismo, además de aconsejarle que se alejara de los vicios. El futuro presidente consideraba que este espíritu correspondía a su hermano menor, fallecido en un accidente con una lámpara de petróleo.
Posteriormente, agregó, comenzó a comunicarse con “José”, quien le anunció que debía prepararse para la gran cruzada que emprendería, pero también le advirtió sobre los riesgos que enfrentaría en su camino hacia la sucesión presidencial.
Carrillo Galicia puntualizó que el “Apóstol de la Democracia” era un fiel practicante, convencido de que estas experiencias debían difundirse entre toda la población. Por ello, invirtió en la traducción de folletos de Kardec del francés al español, invitó a sus amistades a sesiones espiritistas en su rancho llamado “Australia” e hizo públicas estas actividades, ganándose así la enemistad de la Iglesia Católica y de los conservadores debido a su ideología política.


