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jueves, diciembre 12, 2024

Reconocerse en la vida

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(Con afecto y admiración, para mi cuñado Carlos Zamora Tovar)

LAGUNA DE VOCES

Siempre tuvo un gran corazón, por eso, cuando se le apagó una parte del cerebro por un infarto, cada una de las luces que encendió a lo largo de su vida, se encendieron y empezaron a guiarlo en el largo proceso para recuperar, primero la movilidad de una pierna, luego de un brazo, y de manera permanente cada una de las palabras con que había nombrado a sus personas más queridas, donde por supuesto, y en primer lugar, estaba su hijo, su esposa, sus hermanos y hermanas, y una larguísima lista de amigos que siempre supo cultivar en cada una de las universidades donde impartió clases.

A veces uno se guía solamente por el hecho de que sufrió un derrame cerebral, y que por supuesto nadie merece. Pero en esto de las enfermedades, todos lo sabemos, no se trata de justicia, mucho menos de democracia. Simplemente son los hechos que se presentan cualquier mañana, tarde, noche o madrugada en la vida de una persona. No hay una sola explicación que pueda satisfacer. Lo que sí es claro, transparente, diáfano, es el proceso que algunas personas siguen para recuperarse.

Y en esto ha sido único, porque se sabe, se observa, que es guiado por manos bondadosas, a lo mejor algunas de las que él mismo levantó cuando estaban vencidas, y las iluminó con bondad, con cariño, con inteligencia que solo tienen las buenas personas.

A todos nos da por pensar que tal o cual persona debió haber llegado a grandes cargos, como rector de la universidad donde todavía trabaja, secretario de alguna dependencia encargada de conservar la riqueza natural de un Estado. Pero, ahora que lo pienso bien, sin duda llegó al lugar más importante que ningún otro mortal puede lograr con frecuencia, y que no puede ser otro sino el de la salvación real, la del alma, la del corazón, la de la esperanza.

Porque lo he visto cuando camina a paso lento, y es real que algunas personas se llevan bien con la existencia, pese a que en ocasiones han sido tratados con poca delicadeza. Conservan esa confianza en sus semejantes, en su familia, por supuesto en ellos mismos.

Mucho debemos de aprender de personas que reinician todos los días el proceso para volver a mover sin problemas la mano izquierda, hoy necia en querer tomar su propio rumbo; en recordar con certeza cada uno de los conocimientos adquiridos a lo largo de una amplísima trayectoria académica.

En lograr convencer a la perrita “Chalupa”,que corre por todos lados de la casa, que es su amigo, que lejos de mirarla con espanto, la mira con cariño, con agradecimiento porque lo ve y reconoce de manera rápida, y a veces se ponen a caminar juntos alrededor del jardín del fraccionamiento.

Hay personas que enfrentan la vida con infinita bondad, las desgracias con amor, las complicaciones de la existencia con la confianza absoluta del que entiende que el conocimiento real de la vida, se mira con inteligencia y curiosidad. Del que siempre se pregunta y contesta asuntos de la existencia, porque ha sabido construir su propia filosofía, que tiene como raíz, nunca de los nuncas darse por vencido.

Y eso se admira. Se reconoce.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx

@JavierEPeralta

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