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¿Quién se ha llevado mi esperanza?

Miguel Rosales
5 Min de Lectura

PIDO LA PALABRA

Todos somos el resultado de nuestros actos, nuestro futuro está determinado por el pasado; pero lo más extraordinario de estos dos tiempos, es que en medio de ellos siempre tenemos a nuestro presente; pero vivir el presente es la parte más difícil de nuestra existencia, ubicarnos en la realidad a veces es lastimosa y preferimos cobijarnos con los buenos recuerdos; pero cuando nuestro presente es feliz, nos olvidamos que fueron las espinas las que influyeron en las delicias del momento que vivimos; jamás olvidemos que la paz viene después de la tormenta.

Esto viene a colación por el hecho de que parece que estamos esperanzados en que con el llamado “segundo piso” del Gobierno de la cuarta transformación todo cambiará como por arte de magia, pues sentimos que ahora sí tendremos una lideresa que luchará por los intereses de TODOS los mexicanos. Craso error es el hecho de pensar que una sola persona, por muy buenas intenciones que pueda tener, logrará el tan ansiado cambio.

El verdadero cambio no estará nunca en ningún Gobierno, tampoco el cambio pertenece a algún Partido Político, ni mucho menos es privativo de algún sector de la sociedad; el auténtico cambio comienza desde el momento mismo en que estamos dispuestos a tender nuestra cama por la mañana, ¿qué significa esto? Que el cambio debe comenzar con nosotros mismos, en nuestra actitud, en nuestra vida, en cumplir los proyectos que nos hemos echado a cuestas, en dejar de estirar la mano para recibir limosnas y entender que la gloria y el éxito está en aprovechar al máximo nuestro día, nuestro tiempo.

El quejarnos no sirve si es que no estamos dispuestos a poner a trabajar la parte de responsabilidad que a cada quien nos toca; nos gustan los derechos y nos ofenden las obligaciones, pero es bien sabido que sin esfuerzo no hay éxito. A veces nos sentimos desgraciados porque pensamos que los demás sí pueden y nosotros no somos capaces de enfrentar los problemas, pero ese enanismo mental solo es el producto de tantos “no” que hemos escuchado a través de nuestra vida; pero, así como aprendimos a sentirnos inferiores, también podemos aprender a ser los mejores, solo basta con quererlo y dar el primer paso, total, si nos caemos no va a pasar nada, de cualquier forma, el no intentarlo ya nos tiene en el suelo.

También, sería conveniente encontrar cuál es la raíz de nuestra mediocridad y desesperanza, pues para resolver los problemas siempre resulta necesario conocer las cosas por sus causas, pues es a través de un autodiagnóstico como podremos aplicar el remedio necesario para su solución; pero cuando en vez de realizar ese trabajo de elemental logística de vida, optamos por descalificar o minimizar nuestra patética situación, entonces nos encontramos ante un problema de actitud que nos impedirá ver más allá de nuestra nariz y solamente le daremos crédito a aquello que es compatible con nuestra deficiente visión de las soluciones; nos acostumbramos a la zona de confort en la que nos han dicho que ya somos felices, pero en medio de guerras internas que nadie quiere ver.

Dejemos atrás la inercia de mediocridad a la que nos lleva la apatía y el conformismo; sí, esa que solo nos provoca ansiedad y estrés auto inducido, pues el mañana vendrá, con o sin nuestras prisas y ansiedades; entonces ya que no está en nuestras manos el control del tiempo, saquemos el mayor provecho posible al que estamos viviendo, está en nuestras manos y nada más, y reitero, no es en el gobierno en donde encontraremos la respuesta, es en nuestra capacidad de emprender lo que nos dará la llave de una auténtica esperanza de una vida mejor.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

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