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jueves, octubre 30, 2025

¡Qué pague el desgraciado!

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EL PEQUEÑO TIMMY 

Después de tantos años en los que la clase empresarial se vio beneficiada por los gobiernos federales, la cloaca se destapó y lo que era evidente para cierto sector de la población ahora se ha comprobado que fue una realidad, al menos en los gobiernos señalados como “neoliberales”, sin embargo, las “malas mañas”, como diría la abuela, además de pegarse, cuesta mucho dejarlas de practicar, así se ha visto en reiteradas ocasiones, sobre todo en la política donde los ahora morenistas no quieren dejar de pensar ni de actuar como lo hacían cuando pertenecían a otros partidos políticos ahora considerados “opositores”. 

Pero no es tema de hoy hablar de todas las lacras políticas que se han disfrazado de morenistas cual lobos de ovejas, para pretender engañar a la población al decir que “son pueblo”, sino más bien hoy es pertinente hablar de lo más asqueroso de la clase empresarial, cuyo nombre hoy cobra relevancia con Ricardo Salinas, también conocido como el Tío Richy, quien le debe a México 72 mil millones de pesos, deuda que ha acumulado en impuestos desde hace 16 años, pagos que ha retrasado mediante triquiñuelas y corrupcción gestada en el Poder Judicial. 

Hablar del Tío Richy es recordar no solo a la clase empresarial, sino a más de un conocido que presume que no paga la luz porque ha puesto un diablito, que se pasa un alto sin ser multado y lo presume como si fuera un triunfo, en este personaje evasor de impuestos se ve reflejada la gente aprovechada, encajosa y que vive bajo el lema de “el que no tranza no avanza” aunque sea a costa de gente honesta.

Sin embargo, el caso del Tío Richy va más allá, debido a su historial como empresario y a la eterna práctica usurera con la que ha amasado parte de su fortuna mediante el aprovechamiento de la ignorancia y la inexperiencia de la gente, artículos que en sus tiendas la población terminaba pagando dos o tres veces su valor, mientras él se beneficiaba evadiendo impuestos con acuerdos y pactos bajo la mesa con los gobiernos federales en turno. 

Hoy todo está en contra de este nefasto personaje, y parece ser que por fin el pueblo de México presenciará uno de los tantos actos de justicia que la Cuarta Transformación le debe, el hecho de que el empresario pague completamente sus impuestos y los generados de su morosidad implica un mensaje firme y contundente para todos los mexicanos y debería ser ejemplo para esos gobiernos caguengues que siguen beneficiando a sus funcionarios, aliados y allegados con la exención o descuentos de impuestos.

Ricardo Salinas Pliego tiene que pagar y lo debe hacer hasta el último centavo, además no debe ser olvidado como el corrupto que es, el perfil del empresario llorón que ahora se dice atacado por la ley que tanto evadió no puede pasar desapercibido, no como un héroe sino como un vulgar ladrón que intentó verle la cara a México y a todos los mexicanos que día con día se enfrentan a las mismas leyes que los hacen pagar sus impuestos. 

Parafraseando al vulgar programa de televisión de Laura Bozzo, lo que México quiere es “¡qué pague el desgraciado!” y que actos como el cometido por el encajoso Tío Cachetes, hijo de… también conocido como Richy no se vuelvan a repetir, que la justicia sea imparcial, pronta y expedita y que así como se busca generar un acto de justicia en México esto aplique para todos sin importar gremios, clases sociales, clase política o económica, sólo así la Cuarta Transformación podrá avanzar y no convertir a un corrupto evasor, rata de dos patas en mártir, un perfil que además ya se ve como candidato presidencial de la oposición, una réplica de muchos que se han visto en la historia contemporánea del mundo.

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