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Hidalgo
sábado, julio 12, 2025

Por fin

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RELATOS DE VIDA

Por fin se acabaron los maltratos, las humillaciones, los gritos, las faltas de respeto, las infidelidades, los enojos, las angustias, las preocupaciones, los malos momentos, la falta de amor y de atención.

Después de casi cinco décadas de matrimonio, que como muchos otros iniciaron con amor y la ilusión de una familia sólida, terminó con sentimientos contrarios a los del comienzo, ahora solo hay rencor, odio y resentimiento.

Sin duda alguna, el divorcio era la medida más acertada y madura, pero los egos, los orgullos y sobre todo las costumbres tradicionalmente arraigadas retrasaban lo inevitable, desgastando lo poco que quedaba de estima.

La notificación de demanda de divorcio llegó, el hombre no lo tomó de la mejor manera, pese a que él había tramitado una con meses de anticipación, y la furia por no haber recibido súplicas de continuar, como él lo esperaba, desató la rabia que siempre mostraba al trata a su mujer y próximamente ex esposa.

El proceso representaba el inicio de una nueva vida para ambos, pero como buen hombre chapado a la antigua, no le gustaba perder, quería seguir ganando como por tantos años lo había hecho a través del miedo.

Claro que no podía dar su brazo a torcer, y la última herramienta que le quedaba era la difamación a la que había sido su compañera de vida por tantos años, al entablar una  llamada con su abogado dejando el altavoz para que escuchara la demandante y con palabras altisonantes repetía en constante ocasiones que no ganaría y que la dejaría en la calle.

Por si eso no fuera suficiente, al terminar la conversación con su defensor, encaró a la mujer y le declaró la guerra:

  • Querías que fuera culero, ahora sí lo seré, pinche vieja interesada, ojalá hubiera sabido con la mujer con la que me casaba, no vales nada y te odio.

Para rematar y poder humillar más a su ex pareja hizo otra llamada, esta vez a una mujer, y también ocupó la estrategia de poner el altavoz:

  • Amor, me llegó la demanda de divorcio de esta maldita vieja y supuestamente debo salirme de mi casa, pero me las pagará, le quitaré todo y nosotros por fin seremos felices.

Su ex mujer escuchó cada una de las palabras y conversaciones de esa persona con la que pensó vivirían juntos hasta su vejez, pero no se doblegó, tampoco emitió alguna lágrima, levantó la cara y se mantuvo firme a la puerta de su casa esperando a que el susodicho saliera de ella.

Luego de cruzar la puerta, y pese a las groserías, exhaló profundamente y su cuerpo se liberó, su alma se alegró y su corazón volvió a latir fuertemente, estaba ante un nuevo comienzo que aseguraba sería feliz y extraordinario, ahora sí viviría con plenitud y tranquilidad, por fin se había terminado.

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