RETRATOS HABLADOS
Con bastante regularidad descubrimos que un día el asunto político nos ilusiona, cuando descubrimos a personajes que han tomado esa senda para mantener vigente el sueño de buscar justicia hacia los grupos más desprotegidos de un país, un estado de la República. Al otro día surge el hartazgo, porque el sistema real que ampara una enorme cantidad de vicios entre el ideal y la realidad, simplemente no puede dejar de existir, y “porque así son las cosas”. Nada cambia al final del día, al final de los tiempos.
Una vida, como todas corta y efímera, no debería perderse en creer que los ideales tienen como objetivo central transformarse en realidades. Lejos de ello, parece que son los que sostienen un sistema que está programado para destruirlos.
El ejercicio de la política sin poder es absurdo, y el poder sin la enfermedad mental que genera lo es aún más.
Así que nadie escapa a este dramático esquema, y podrán existir buenas, absolutamente buenas intenciones, pero siempre terminan en eso, en buenas, inocentes y olvidadizas intenciones.
Pero le hablaba de la vida, de nuestras vidas que se esfuman sin haber visto jamás una eventual coincidencia entre el deseo de que los ideales se cumplan, y la cruda realidad, que transforma al idealista en todo lo contrario.
Y ser observador obsesivo de ese fenómeno que se repite, se repite y se repite, solo puede tener como conclusión, que así son las cosas, que el ser humano siempre sufrirá una transfiguración absoluta que lo hará ser el personaje totalmente opuesto, al que subió al tren del ejercicio político para cambiar el mundo en que vivía, y terminar no transfigurado, sino desfigurado.
La simple y cruda realidad.
Mil gracias, hasta el próximo lunes.
@JavierEPeralta
