LAGUNA DE VOCES
En algún instante de la vida humana fue tomada la decisión de su final a manos de fantasmas de otros planetas, devastaciones naturales y provocadas, o por obra y gracia de uno de su propia especie aficionado a la idea de que es mejor empezar desde el principio, que componer lo que ya no tiene remedio. Por eso los múltiples fines del mundo, aunque la verdad sea dicha, ha sido solo uno, reportado en la literatura de la India, y luego copiado con agregados por otras. El asunto es que, de los primeros habitantes del planeta, no quedó nadie, aunque eso es un decir, porque nunca se cumplió el mandato de no dejar rastro de los de antes, porque esos eran, francamente, muy malos y poco honestos en el manejo de los bienes del Paraíso terrenal.
Así que con lo que se tuvo a la mano, se puso en marcha, de nueva cuenta, la historia de la humanidad con personajes que habrían de reunir todas las bondades y maldades, para que existiera una entretenida competencia entre buenos y malos, aunque, todos lo saben a estas alturas, se terminó por borrar esa supuesta diferencia, con el resultado definitivo que tendrían que personificar tanto uno, como otro papel, a partir del guion en turno.
De tal modo que desde esas épocas ha sido lo mismo, y resulta complicado en todo el sentido de la palabra, tener una definición encarnada de lo que es bondad y maldad, o de malos y buenos. Porque con bastante regularidad surge un demente, un imbécil, que asume ser el ángel verdadero y trata a los demás con la punta del zapato, es decir los corre de su reino, y glorifica a verdaderos engendros en estadios llenos por diablillos
miserables.
No hay pues, mucha seriedad en la especie humana, que gusta confundirse, camuflarse, hacerse pasar por lo que no es, con tal de durar unos años más, cuando saben que su permanencia es tan diminuta, que de plano causan risa y un poco de lástima.
Lo que es preocupante, pero muy preocupante, es la desmemoria de casi todos, de tal modo que no se dan cuenta que repiten una y otra vez errores que los llevan, también una y otra vez, a la tumba en millones, y con todo y que se pueden reciclar, es una pérdida de tiempo que molesta.
A nosotros, que somos algo así como los “pozoleros” de esas alimañas que se dicen asesinos organizados, dejaron de espantarnos sujetos que se creían iluminados, que llevaron a su pueblo a la miseria por hacerse pasar como Mesías, y resultaron peores que un simple y benévolo Judas Iscariote, que por cierto fue preso de un destino en el que creyó, pero nunca existió.
Mucho menos criminales que en nombre del único y real patrón asesinan a pueblos enteros, o amenazan a quienes se cruzan en su camino con llevarlos a su justicia, la de su país corrupto y atascado de ángeles drogados que ya no saben si sirven al bueno, al malo, o a quien le entregue más con que elevarse.
El asunto es que viven muy poquito, apenas una brizna de hierba, y dan por hecho que serán inmortales, que los recordarán pasados cien años. Algunos sí, por las estupideces que hicieron en vida, pero no por lo bueno, que no existió.
Pero en general, pasados tres siglos, ni quién los recordará, y serán lo que siempre fueron: una mota de polvo que con un soplido leve se perdió.
Así que no, ya en serio, no nos preocupan. Pero sí que nos dan risa.
Avísenme de qué quieren despertarse en lo que está por venir. A lo mejor uno se apiada y los recicla en perro callejero, mosca de campo santo verde, con un final rápido y sin complicaciones.
Mil gracias, hasta mañana.
@JavierEPeralta