EL PEQUEÑO TIMMY
Qué lejos quedó ese 31 de julio de 2018, cuando la sesión ordinaria del Congreso local fue interrumpida una y otra vez, cuando los legisladores, que estaban dentro del recinto legislativo, mandaron a cerrar la reja debido a la presencia de decenas de personas que venían del Valle del Mezquital para respaldar a la pequeña oposición y a los legisladores que unas semanas antes habían ganado sus curules en las urnas.
Lo anterior, porque según ese día, el último día de la legislatura, aprobarían entre otras cosas, un tema enviado por el entonces gobernador de la entidad Omar Fayad Meneses, que consistía en aprobar la reforma a la Ley Orgánica del Poder Legislativo para hacer que la presidencia de la junta de gobierno fuera rotativa.
El primero de julio en las urnas, Morena y aliados habían ganado 17 de las 18 curules en las urnas, lo que colocaba a este partido político como el de mayor representatividad en lo que sería la 63 Legislatura, sin embargo, según las malas lenguas, desde el Cuarto Piso de gobierno se gestó la idea de que la Junta de Gobierno “por un acto democrático” se hiciera “rotativa” entre las tres primeras fuerzas políticas de la Legislatura.
Por lo anterior, antes de que terminaran los trabajos de la Legislatura, y para que la reforma pudiera entrar en vigor para la Legislatura entrante, se gestó lo que la oposición llamó “un albazo”, razón por la que los diputados electos y gente del Valle del Mezquital buscaron ingresar para reventar la sesión.
Es imposible olvidar a Simey Olvera con su mechón de cabellos pintados con tinte fantasía, brincándose la reja del Congreso local, o a Lucero Ambrocio tumbada en la acera después de los gases lacrimógenos, con el dedito gordo del pie a la intemperie porque uno de sus calcenticitos estaba roto.
Los diputados salieron del recinto en camionetas de granaderos blindadas, el gas lacrimógeno afectó por igual a los manifestantes, a los líderes partidistas y a los diputados electos, así como algunos integrantes de la prensa. En ese tiempo, el Grupo Universidad y Morena mantenían una relación muy estrecha, ahí andaban casi de la mano Abraham Mendoza Zenteno, hoy titular de la Delegación de Bienestar, y Damián Sosa Castelán, el eterno candidato que no ha podido ganar una elección en los últimos intentos que ha tenido.
Para no hacer larga esta churronovela, los diputados se movieron a las instalaciones de la Universidad Tecnológica de Mineral de la Reforma, y se aprobó la reforma que le permitió al PRI tener un año la presidencia de la Junta de Gobierno de la 63 Legislatura y un año más en la 64.
Hoy, a punto de que comience la 66 Legislatura, nuevamente se hizo una reforma a la Ley Orgánica del Poder Legislativo, sin un solo diputado que se pusiera en contra, con los cobardes del Partido Acción Nacional (PAN) en un rincón como ratas que no salen de la oscuridad, se aprobó por unanimidad la reforma que ahora le permitirá a Morena tener la presidencia de la Junta de Gobierno por los tres años de la gestión.
Hoy la que fue diputada de calcetín roto, seguramente recuerda ese episodio desde otro escenario en el que por lo menos calcetines rotos ya no tiene; mientras que Simey, ya sin su apariencia de “chava” peliteñida, y con el porte tan distinto que tenía cuando no figuraba en el escenario del poder, irá para Senadora, recordando aquellos episodios de lucha “por la democracia”, que al final tuvieron que aceptar porque alegar que una “Junta Rotativa” era antidemocrática hubiera sido un suicidio a la ideología que Morena predica; sin embargo, ahora que Morena está fuerte la reforma fue y sin chistar alguno de los 27 legisladores que asisitieron a la sesión.
No cabe duda que la vida es la ruleta… y las reformas van a modo, conforme a los que tienen mayoría en los congresos, a quienes se hacen del poder prometiendo cambios pero haciendo lo mismo, y no se equivoque, quizá lo sucedido con este tema pueda verse como un acto de justicia, pero al final no deja de ser también una revancha y una lección, ya que “con la vara que midas…”.