Migrantes arriesgan su vida en las dunas del desierto de Chihuahua, en la frontera norte de México, que se ha consolidado como una ruta socorrida en medio del verano y con temperaturas récord mayores a 40 grados, para evitar los crecientes operativos del Gobierno mexicano y de Estados Unidos.
Uno de los migrantes captados por cámaras de EFE mientras salían de las dunas, antes de atravesar la Sierra de Samalayuca, compartió que su objetivo es superar uno de los tramos más difíciles de la ruta migratoria, los 50 kilómetros finales antes de llegar a la frontera con Estados Unidos.
«Por migración (cruzamos el desierto), porque nos detienen, no tenemos permiso mexicano. Gracias a Dios, me ha dado un poco de resistencia y el agua y todo”, contó Giovanni Alpizar, quien no quiso revelar su nacionalidad y cruzó con otros dos compañeros una zona de ocho kilómetros de dunas bajo una temperatura de 41 grados.
Con esta ruta, el migrante de 32 años esperaba evadir un retén carretero de militares y de agentes del Instituto Nacional Migración (INM) que está a 50 kilómetros al sur de Ciudad Juárez, fronteriza con la urbe estadounidense de El Paso.