Miles de brasileños se dieron cita este miércoles en el circuito de Interlagos, en São Paulo, para recordar el legado eterno del triple campeón de Fórmula Uno Ayrton Senna, fallecido hace exactos treinta años en el Gran Premio de San Marino.
La memoria del piloto brasileño más carismático de todos los tiempos sigue más viva que nunca, transformado hoy en casi una religión. Nadie en el mundo del deporte es tan recordado en Brasil como ‘Beco’, como le llamaban en la intimidad.
Sus victorias sobre la pista se recuerdan en televisión todos los años, su imagen perdura en camisetas, gorras y en los muros de la capital paulista, y su legión de simpatizantes aún se emociona al hablar de él.
También es la máxima referencia para muchos de los pilotos de la actual parrilla de F1. El británico Lewis Hamilton, siete veces campeón de F1, se desvive por la figura de Senna y siempre que puede le rinde un homenaje.
Homenajes en Interlagos, templo de la F1
Este miércoles, miles de fanáticos se vistieron de corto y corrieron sobre los 4.309 metros de asfalto del trazado de Interlagos, donde Ayrton protagonizó algunos de los momentos más sobresalientes y recordados de su trayectoria al volante.
Organizadas por la familia Senna, se celebraron tres carreras de 5, 10 y 21 kilómetros, como los tres títulos de F1 que consiguió hasta que la curva de Tamburello puso fin a su vida.
El Autódromo José Carlos Pace albergó también una exposición con parte del acervo de ‘Magic’ Senna, quien murió el 1 de mayo de 1994, en el punto álgido de su carrera, después de que se rompiera la barra de dirección de su Williams FW16 Renault y se estrellara contra un muro de protección del circuito de Imola.
«Es mi ídolo. Es un día que jamás podría olvidar y por eso vine aquí a homenajearle», afirmó a EFE Juvenal Ferreira, de 74 años y equipado con el simbólico mono rojo y el casco con los colores verde y amarillo de la bandera brasileña que llevaba Senna.
Todos los aficionados coincidieron en vincularle a adjetivos como «carismático», «alegre», «humilde», «respetuoso» y «persistente».
«Le acompañaba con la familia todos los domingos por la mañana. Aquella emoción, esa expectativa de verle llegar, de levantar la bandera, la música de la victoria… Nunca desistía», comentó a EFE Natasha Amaral, analista de sistemas de 43 años.
Tatuado en la piel
Su marido es Caio Maia, profesor de Educación física. Senna también marcó su infancia, tanto que hoy luce un enorme tatuaje en el hombro con el rostro de su ídolo.
«Necesitaba tenerle marcado en la piel», apunta, mientras aguarda su turno en una fila de espera improvisada junto a su esposa para tomarse una foto con la escultura de 3,5 metros de alto y media tonelada de peso del busto del piloto, obra de la sobrina de este Lalalli Senna.
Y es que el fervor que todavía despierta el también apodado ‘Rey de Mónaco’ es intergeneracional.
«Incluso 30 años después, la idolatría a Senna sigue firme y es creciente. Conquista a fans que ni siquiera lo vieron correr. Su imagen siempre viene asociada a orgullo, victoria y disciplina», explicó Ivan Martinho, profesor de marketing deportivo de la escuela superior ESPM.
Pocos recuerdos de la época dorada de Senna tiene Lucas Sabino, hoy con 35 años y vestido igualmente con el mono rojo y la característica gorra azul de su «héroe».
Pese a casi no verle en vida, para este trabajador del área de tecnología de la información «Ayrton significa todo».