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No temas ir al límite de tu resistencia…

Miguel Rosales
4 Min de Lectura

PIDO LA PALABRA

La mediocridad nos invade, viene vestida de buenos deseos y cara de misericordiosos amigos; con su amplia sonrisa y cara bonita pretende hacernos creer que es el apoyo de los que creen que sin esfuerzo se puede tener éxito; los flojos le abren la puerta, y ya estando dentro, la desidia le permite que nos manipule.

Lo cierto es que consentir el paso de la mediocridad es bajar los brazos a la oportunidad de aprender nuevas cosas; nuestro cerebro nos exige ir a la captura de conocimientos que nos impidan morir en vida, pues no avanzar en realidad es retroceder, y los mediocres se encargan de afiliarnos en el equipo de la pasividad mental.

Cada minuto es una magnífica oportunidad para capturar nuevas experiencias; pero si cada uno de nuestros actos los queremos consultar con la mediocridad, entonces ya estamos perdidos, pues ésta siempre nos aconsejará buscar la vida fácil de la holganza y perder el tiempo en cosas que no son tan importantes para el crecimiento intelectual.

Y después de nuestro cotidiano descanso, que por cierto ocupa la mayor parte de nuestro tiempo, entonces nos damos cuenta que el tiempo corrió inexorablemente; enseguida nos entra la desesperación porque lo verdaderamente importante ahora ya también se convirtió en urgente, y terminamos haciendo las cosas sobre las rodillas, es decir, improvisando aquello que pudimos haber hecho con tiempo suficiente para dar un esfuerzo de calidad.

La definición de calidad la hemos transformado en mediocridad por culpa de nosotros y de aquellos improvisados por los que nos hemos dejado influir cuando de cumplir se trata. Todo lo dejamos para mañana, nos ubicamos en lo no importante y en lo no urgente y luego queremos que otros nos saquen del atolladero cambiando los planes originales que nuestra irresponsabilidad no supo aquilatar.

Pero nos hemos preguntado por qué ocurre todo esto, la respuesta es simple: Nos da flojera pensar, y quizá por ello nos hemos convertido en simples copiones o memoristas, sin razonar lo que hacemos y con un enorme temor de ir en busca de nuevas aventuras.

Se requiere que seamos gente pensante y no repetidores, claro es obvio que cuando estamos aprendiendo debemos iniciar con una corriente, pero después, a través del análisis de nuestros actos debemos imponer nuestra tendencia natural a crecer con la suma de nuestros errores y éxitos, los cuales en conjunto nos habrán dado la experiencia para decidir en el caso concreto. Pero no, la mayoría nos vamos por la fácil y siempre nos formamos en la ventanilla de la baja calidad, porque es lo que no requiere ningún esfuerzo; decidimos ser mediocres.

Las responsabilidades se nos vienen encima y debemos quitar a todos los enemigos de nuestro tiempo; pero también convertirnos en nuestro principal crítico y verdugo; pues si somos de esas personas que a todo le buscamos una justificación y encontramos culpables en otros, menos en nosotros, entonces terminaremos siendo igual de mediocre que aquel que hoy parece interesarse en ti, pero que en realidad te está llevando al precipicio de la ignorancia; sé tu propio guía y no vivas la vida de otros, busca la calidad en tu vida; no tengas miedo el ir al límite de tu resistencia.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

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