PIDO LA PALABRA
Para qué queremos una casa si no tenemos un planeta decente en donde ubicarla; sin razón alguna gente inocente muriendo cada día; muriendo de hambre, por guerras, por ambición; muriendo por la locura de sujetos que con un arma en las manos se sienten los propietarios de las vidas ajenas.
En esta semana, en Irapuato, Guanajuato, once personas asesinadas en una fiesta, sin razón alguna, aunque para el asesinato jamás habrá una razón que convenza; en todo México siguen dándose las víctimas vulnerables en donde ellos jamás imaginaron ni decidieron.
Citando a Jaime Torres Bodet: “Un hombre muere en mí siempre que un hombre muere en cualquier lugar, asesinado por el miedo y la prisa de otros hombres”, hasta aquí la cita; nosotros no podemos, no debemos seguir viviendo con miedo, no es racional que el hombre siga siendo el lobo del hombre.
Muchas de las desgracias humanas lo son por la ambición del poder político y económico; el poder los envilece, corrompe, destruye conciencias, lacera la dignidad de aquellos que no lo tienen y que hacen hasta lo indecible por conseguirlo; enfrenta a hermanos contra hermanos; Caín y Abel hoy solo serían una simple anécdota totalmente superada por nuestra realidad.
La prepotencia del poderoso es una insultante bofetada a la retórica política de los que nos endulzaron el oído y después nos dieron la espalda; otros nos apuñalaron con leyes lesivas al ciudadano, pero encubiertas con argumentos disque sociales; los miedos del trabajador no son relevantes, pues solo se trata de números, de recursos fácilmente renovables, nunca se piensa en los trabajadores como personas con dignidad.
En las iglesias hay gente que se da sus “golpes de pecho” implorando el perdón, pero al salir se transforman en lobos al acecho de su presa; con una limosna pretenden acallar su conciencia; ganarse el cielo con sus clubes de gente virtuosa haciendo colectas para aparecer en la columna de sociales.
Los malos ejemplos rápido se propagan, la conducta negativa es fácil de aprender, la manipulación es un signo representativo de nuestra época; razonemos, si es posible, nuestra conducta inducida al consumo, o la lógica de aquellos que autorizan nuevos fraccionamientos sin que exista un estudio de riesgos, o LA INCONSCIENCIA DE AQUELLOS MARRANOS QUE TIRAN LA BASURA A CIELO ABIERTO en cualquier canal o parque público.
Hoy seguimos haciendo héroes a los villanos y criminalizamos a las víctimas; los malos van una jugada adelante en el ajedrez de la historia; cuando los niños juegan a “policías y ladrones”, ya nadie quiere ser “el policía”, siempre pierden; en franca apología del delito, los medios masivos de comunicación ya han hecho del dominio público las palabras “sicario”, “crimen organizado”, “narcotráfico”, y otras tantas que, alguna vez, se pactó no serían tema noticioso; pero la paz no vende.
Por ello hay quienes se obstinan en seguir fomentando el negocio de la guerra, en su terquedad han decidido seguir promoviendo el uso y trasiego de armamento de un país a otro; esas once personas recientemente asesinadas en Irapuato deberían pesar en su conciencia; lo lamentable es que esa conciencia ya está putrefacta, pues ni las lágrimas de cocodrilo o toda una semana de duelo nacional devolverá las vidas perdidas.
¿Podemos corregir?, ¡desde luego que sí¡ ¿Entonces por qué no lo hacemos?, la inercia de nuestra época nos ha quitado sensibilidad, hoy no vemos al prójimo, nos aprovechamos de él; la solidaridad está perdiendo terreno y por ello se hace indispensable recuperar los valores hoy alterados; la respuesta está en la familia, en la atención a los hijos, esos hijos que son la semilla de lo que queremos para las futuras generaciones, en donde también estará nuestra huella, esa huella que puede ser el principio o el fin de nuestra historia.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.