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Migrante condenado

Jorge Carrasco
2 Min de Lectura

CINE DE HOY

Al inicio de “Sansón y yo”, vemos al realizador Rodrigo Reyes entrevistarse con Noé Andrade “Sansón”, un joven condenado a cadena perpetua en Estados Unidos, y decirle que quiere hacer una película sobre su vida.

El joven, alejado de su familia y amigos, acepta, y nace entre ellos una buena amistad.

Sansón cuenta que nació en la comunidad pesquera de Tecomán, y que perdió a su padre y a su madre a temprana edad.

El director de “499” y “Lupe bajo el sol”, viaja a la comunidad pesquera y conoce a los familiares de Sansón, a quien propone que los convenza para que actúen en la película, recreando su dura infancia.

Reyes le confiesa que la película no servirá para mejorar su situación carcelaria, pero éste acepta.

Reyes es criticado por hacer un documental sobre un presidiario sin esperanza de salir libre, pero va descubriendo el lado humano de un joven, cuyo único crimen fue el de las malas compañías y tener un cuñado pandillero.

La cinta recuerda la espléndida “Mi vida dentro de Lucía Gajá”,  que recreaba el caso de Rosa Jiménez, una migrante adolescente condenada por la muerte accidental de un bebé, que era víctima de un hipócrita sistema de justicia racial y sexista estadounidense. 

“Sansón y yo” resulta pues un interesante documental que recrea un caso más de la injusticia norteamericana.

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