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Hidalgo
martes, marzo 18, 2025

Miedos (ir)racionales (Parte I)

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UN ADULTO RESPONSABLE

“El que tenga miedo de morir… Hace bien, 

porque morirse debe ser espantoso”

Frase que hace referencia al famoso meme

Hace unos años había un programa de televisión que en su intro decía: “El hecho de que sigamos vivos es un milagro, porque cada día de nuestras vidas, enfrentamos mil maneras de morir”. Y creo que es una frase muy cierta, que despierta uno de los terrores primigenios en la vida.

Quizá el primer miedo que tenemos no sea morirnos, pero vaya que es el primero que nuestros padres nos transmiten, porque el dar vida se convierte muchas veces en un caos para todos los involucrados: que la muerte de cuna, que la depresión postparto, que la primera vez que se cae el bebé, que cómo debemos dormir para que no nos atragantemos, que los primeros tres meses son terriblemente desgastantes… Les digo, un caos.

Y entonces sobrevivimos y nuestro recorrido consciente inicia con otra lista de sobrevivencia: no caerse, no quemarse y no enfermarse de gravedad. Claro, no depende de nosotros, seguimos siendo vigilados por nuestros padres, siguen siendo sus miedos, los mismos que comienzan a heredarnos …

Crecemos, y ahora sí que hay miedos que vienen únicamente de nosotros, quizá el más poderoso y que nos va a acompañar por muchos años (o toda la vida): el abandono. Cuando somos pequeños puede presentarse en cualquier momento, pero generalmente se manifiesta cuando nuestros progenitores nos dejan a la puerta del jardín de niños, un momento, por decir lo menos, traumático; pero quizá el primero que superamos.

Es ahí que nos hacemos fuertes ante lo desconocido, ante nuestros propios temores, ante lo que veíamos gigantesco. En esa canasta recordamos al hombre del costal, al monstruo bajo la cama, a decirle “mamá” a la maestra, a perder los juguetes/peluches, a soñar feo y a hacerse del baño en cualquier lado que no fuera el sanitario. Y los vencimos o por lo menos, lo intentamos.

Lo más raro es que entre más avanzamos, nuestros miedos se vuelven más irracionales. En la secundaria crece en nosotros el famosísimo pavor al “qué dirán” y una parte de nosotros se muere con esa tontería; de pronto todo nos da pena… Que si hacer el ridículo en el bailable, que declarar nuestro amor, que levantar la mano, que hacer amigos. Y es extraño que a quienes más les teníamos miedo, a veces se transformaban en los más grandes apoyos o las peores influencias: nuestr@s maestr@s o amig@s.

En la vida, avanzamos, avanzamos nuevamente, buscando nuestra propia identidad, mientras los temores se acumulan, pero también nuestras victorias ante ellos. Es en esta etapa, la de la secundaria, según me dicen algunos médicos, que los miedos se vuelven fobias permanentes. Entre los más comunes: la aracnofobia (a las arañas),  claustrofobia (a estar encerrado), agorafobia (a estar en ciertos lugares y/o situaciones) y acrofobia (a las alturas), esto por decir algunos de los más “normales”, pero las hay de todo tipo.

Es en el final de la adolescencia que, según mi punto de vista, volvemos a sufrir de miedos racionales, sobre todo porque ahora tienen que ver con el futuro: la carrera que estudiaremos (o si de verdad queremos seguir ese camino), la terrible sensación de romperle el corazón a alguien, la dicotomía de afrontar las responsabilidades o seguir siendo un(a) niñ@, afrontar las consecuencias de nuestros actos. Entre algunos otros que nos forjan para enfrentar la vida adulta.

Los miedos son parte de nuestro camino y nos ayudan a vivir de forma integral, superarlos es la utopía de nuestra existencia y espero de corazón que lo logremos algún día, a nuestro ritmo, con ayuda o sin ella.

Nota: Nos leemos la próxima semana para seguir hablando de este tema.

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