Ad image

Mente en blanco…

Miguel Rosales
4 Min de Lectura

PIDO LA PALABRA

Desde el momento en que veo que la impunidad está ganando la batalla, mi cerebro se niega a reaccionar, pues en su infinita ingenuidad no alcanza a comprender en qué momento perdimos la cordura y se invirtieron los papeles protagónicos de nuestras vidas.

Delincuentes que se vuelven policías; policías que se convierten en delincuentes; una mezcla de ambos que, arrepentidos, pretenden redimirse y piensan que con culpar a alguien ya tienen ganado el cielo y el perdón de los humanos.

Estudiantes que no estudian pero que se sienten con la suficiente autoridad para exigir administrar todo un emporio educativo, cuando apenas si logran controlar sus hormonas, y por ello, mal encauzadas. Esta parábola me recuerda a los ignorantes de alguna rama del saber humano y que los ponen en alguna función pública de la que ellos son ignorantes y lo aceptan, notándose de inmediato el ejercicio poco ético de la política.

Vándalos que demuestran mayor educación que las “ladies” y “gentleman” de alguna colonia VIP, estos últimos, ejemplo y a la vez instructores de las fuerzas básicas de la estulticia y la mediocridad, al permitir exceso de libertades por su ausencia de atención familiar.

Mi mente está saturada de nada que no sea perderme en la vaguedad que todo lo alivia y confunde a la vez; lo alivia, porque nos evita seguir pensando en ese precioso legado generacional llamado “corrupción”; lo confunde, porque mi silencio también puede ser una especie de esa corrupción anti relajante.

Los papeles se han invertido, los patos les tiran a las escopetas, algunas ocasiones con mucha razón y argumentos de sobra, en tales casos, lo más conveniente es apoyar; pero en otras ocasiones, esos patos llevaban mucha cola que les impide levantar el vuelo, cola impregnada de necedades, de caprichos y sobre todo de intereses ajenos a los auténticamente sociales.

Para escribir esta nota me esfuerzo en encontrar algún tema que sea de interés y que se refiera a cosas agradables de nuestra contemporánea vida, pero por más esfuerzos que hago, solo llegan a mi mente fosas clandestinas con muertos anónimos que al final irán a parar a otra fosa igual de común que en la que fueron encontrados; impunidad de servidores públicos que se desaparecen del planeta como por arte de magia y con ello evaden “fácilmente” a la justicia, aunque después se convierten en el top ten de las redes sociales y hasta sacan sus propios videos para enseñarnos la vida de dispendio que llevan.

México es un país en donde “hacemos para pensar” y “no pensamos para hacer”, metemos la pata y al fin y al cabo que las consecuencias las pague otro; en los Municipios se despide y se despedirá a personal disque para implementar “nuevos proyectos”, despidos que cuestan al pueblo millones de pesos, y es en esos momentos en donde los responsables directos ni siquiera sufren ni se acongojan, pues el dinero para pagar no saldrá de su bolsillo.

Pues nada, se me acabó el tiempo y no me llegó a mi mente ningún tema de amor y ternura para poder comentarles; la candidez también está perdiendo terreno; lo mejor es refugiarnos en nuestra nube particular y desde las alturas pensar que en la tierra no está pasando nada.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

Compartir esta nota