Las autoridades brasileñas han rescatado hasta el momento a 82.666 personas y 12.215 animales tras las graves inundaciones que han devastado la región sur de Brasil, informó este sábado la Defensa Civil.
Según el último balance de víctimas, se han registrado por el momento 156 muertos, uno más con respecto al viernes, y 806 heridos, mientras que el número de desaparecidos bajó a 94, cuatro menos que en la víspera.
Las inundaciones, lluvias torrenciales y deslizamientos de tierra han causado estragos en el 90 % de los municipios del estado de Rio Grande do Sul, una importante región agropecuaria e industrial en el sur de Brasil con una población de 11 millones de habitantes.
Aún hay barrios enteros de algunas ciudades de Rio Grande do Sul, el estado más castigado por la tragedia climática, que siguen anegados por el agua dos semanas después de un temporal sin precedentes que se prolongó por varios días.
Hay 2,3 millones de damnificados en esta región fronteriza con Uruguay y Argentina, de los que unos 620.000 tuvieron que abandonar sus hogares y marcharse a albergues o las casas de sus parientes.
El Gobierno de Rio Grande do Sul anunció el viernes la construcción de cuatro «ciudades temporales» en las de Porto Alegre, Canoas, São Leopoldo y Guaíba para albergar a los miles de afectados.
Porto Alegre, la capital regional, sigue parcialmente inundada, con su aeropuerto internacional fuera de servicio por lo menos hasta septiembre y el centro histórico anegado, aunque en los últimos días ha comenzado a bajar el nivel del río que baña la ciudad, dando un respiro a sus habitantes.
Los vecinos intentan ahora retomar poco a poco su rutina, dentro de la tristeza que supone haber perdido muchos de sus bienes y hasta su trabajo.
Antonio Cavalheiro, de 65 años, trabajaba en una cafetería dentro de una terminal de autobuses y no sabe cuándo volverá a tener un salario.
«Es una tristeza, esto estaba siempre lleno de gente, siempre lleno. Ahora hasta volver de nuevo y limpiar todo… Debe de estar todo podrido, sin luz, debe de estar todo podrido ya», lamenta.
José Roque, de 62 años, trabajaba en un aparcamiento cercano y recuerda que tuvo que salir de allí «con el agua por el cuello».
«Creo que va a demorar por lo menos unos diez días hasta que baje toda esa agua», dice a EFE resignado.
Desde el inicio del desastre, la Administración del presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha anunciado un amplio paquete de ayudas económicas, que incluye subsidios, créditos en condiciones favorables y el perdón de la deuda de Rio Grande do Sul con el Tesoro por los próximos tres años.
Para este fin de semana se espera la llegada de un nuevo frente frío y lluvias aisladas en el sur de Brasil que pueden llegar a dificultar todavía más las labores de los equipos de rescate, que han evacuado últimamente a personas con síntomas de hipotermia.