LAGUNA DE VOCES
Pasa el día a la noche en un abrir y cerrar de ojos. Hay estrellas, a veces, la luna cuando no hay nubes. Pero llega la noche, y cuando arriba quien se encarga del diseño en el periódico, el que hace cierre de edición, el prensista, el que manda láminas, se empieza a cerrar el día que dio inicio apenas cuando daban las siete de la mañana. Un ciclo que concluye con la seguridad de que mañana, temprano, el periódico impreso estará en los puestos, los pocos que quedan, restaurantes donde se manda de cortesía, lugares donde es una constante que haya tránsito de personas. Es la lógica que se aplica al pie de la letra, y que de alguna manera nos dice que se cumplió con el deber de llevar el pensamiento a la tinta, la tinta al papel de las bobinas montadas en la rotativa, el ejemplar terminado con colores por todos lados.
No hay nada más emotivo que ver el diario por la mañana, recién confeccionado apenas unas horas antes, horneado en la máquina que da vueltas.
Si en cada una de las acciones que realizamos cotidianamente pudiéramos ver el resultado, bueno o malo a veces, tocarlo, oler el humor de la creación, seguro que seríamos un poco menos tristes de lo que somos. Porque solo hay que esperar a la mañana, para tener la constancia de lo que se hizo.
Y la realidad es que casi nunca es así, o de tan inmediato ahora con el internet y todo eso, deja de apreciarse la magia que inunda un taller de impresión, sin entender del todo a la fecha, cómo aparece la fotografía, la letra, en un rodillo que da vueltas tan rápidamente.
Magia.
Magia que sin embargo cada vez se desvanece más y más, y que algunos incluso califican como ajena a la necesidad, y dan recetas para ser felices en el mundo imaginario donde nada es tangible, solo evocación de algo que anda por ahí, en el espacio etéreo donde vive la “nube” de la información.
Deben ser asuntos de la edad, siempre para bien o para mal, pero que todavía nos sorprenden, que de una redacción hoy tan, pero tan solitaria, hace apenas 20 años un bullicio inacabable, todavía quedan hombres y mujeres, que le ganan tiempo a la noche, a veces a la madrugada, para crear, dar vida en una banda de papel, a las historias, a lo que pasa entre los seres humanos de carne y hueso.
Ya anochece.
Del calor al frío en estos días tan pachuqueños que pocos, o de plano nadie entiende.
Mil gracias, hasta mañana.
@JavierEPeralta