En la emblemática plaza de Gwanghwamun, en el corazón de la capital de Corea del Sur, el ambiente de este miércoles era de sosiego tras la victoria electoral del nuevo presidente, Lee Jae-myung, un resultado que da un respiro a la nación tras meses de crisis política e institucional.
La elección de Lee Jae-myung se produce seis meses después de la imposición del estado de emergencia por parte del destituido Yoon Suk-yeol, que dejó imágenes insólitas, como la irrupción del Ejército al Parlamento, para una democracia que se consideraba consolidada.
A pesar de que la ley marcial apenas duró seis horas antes de ser inhabilitada, los acontecimientos que le siguieron pusieron a prueba las instituciones nacionales, dejando un país polarizado ante el proceso de destitución e imputación de Yoon, que todavía enfrenta cargos por insurrección, y la elección del nuevo mandatario de la cuarta economía de Asia.
Más allá de posiciones partidarias, el ambiente en la principal plaza del país era de calma, sin las bulliciosas manifestaciones que solían repetirse a favor y en contra de Yoon y del mismo Lee Jae-myung.
«Siento que esta vez el país se ha calmado un poco», expresó Lee Yong-seok, oficinista de 27 años. «Espero que se haya calmado la ira nacional».
«Estoy muy feliz de que se haya convertido en presidente», afirmó el quincuagenario Kwon Chan, subdirector de una escuela primaria. «Espero que la confusión y las dificultades que ha vivido Corea se resuelvan con esta elección».
Para Hwang Young-ju, exprofesora universitaria, de 79 años, la victoria de Lee representa algo «genial». «Deseo que todos los coreanos vivan bien y sin preocupaciones (en los próximos cinco años)».
No todos los entrevistados compartieron el mismo entusiasmo político, pero muchos coinciden en que es hora de estabilizar la vida diaria.
Hyun-ji, trabajadora de ventas en el extranjero, valora que la situación de «caos» derivada de la ley marcial se haya calmado con la elección del nuevo mandatario.
«Lo que sentimos más es que los precios han subido mucho», añadió su compañera Eun-ju, que espera medidas concretas para mejorar la situación económica.
La ceremonia de investidura de Lee este miércoles frente a la Asamblea Nacional fue deliberadamente sobria: unos 360 invitados, lejos de los más de 40 mil que asistieron a la toma de posesión de su predecesor.
Este gesto, junto al simbólico uso de una corbata con los tonos azul y rojo, los colores de la bandera nacional junto al blanco pero también de los dos principales partidos políticos, pareció reforzar el mensaje de unidad nacional que el nuevo presidente ha tratado de transmitir desde el inicio de su campaña.
Aún queda por ver cómo manejará Lee los retos que enfrenta su Administración, incluido un juicio penal pendiente en su contra, pero por ahora, muchos ciudadanos simplemente agradecen que la calma haya vuelto.