Pixies, la banda de Black Francis, conquistó las Noches del Botánico de Madrid con un directo sólido, aunque por momentos algo falto de mordiente que, sin embargo, no empañó un gran estado de forma.
Los de Boston recalaron en el recinto de la Ciudad Universitaria de la capital en la última de sus fechas en España con todas las entradas vendidas, y después de su participación como cabezas de cartel en el Low festival de Benidorm y de su visita a la sala Razzmatazz de Barcelona.
Puntuales, a las 10 de la noche hicieron acto de presencia en el escenario madrileño Black Francis (guitarra y voz), Joey Santiago (guitarra), David Lovering (batería) y Emma Richardson, (bajo y voz) recientemente reclutada en sustitución de Paz Lechantin, que abandonó su puesto hace pocos meses tras diez años en la formación.
Pronto, el sonido crudo, desgarrado y directo de su punk-rock alternativo que les valió el éxito a finales de los 80, se adueñó del enclave del Real Jardín Botánico de Alfonso XIII, con ‘Gouge away’, tema que cierra su legendario ‘Doolittle’ (1989), segundo álbum de la banda, que significó su consagración.
‘Wave of mutilation’ continuó con la tarea de caldear a los asistentes en una de las noches ya de por sí más cálidas de este verano en Madrid, para rematar un arranque efectivo con ‘Monkey gone to heaven’, y ‘Cactus’, todas contenidas en sus dos primeros álbumes.
Francis, cuya contundencia vocal no parece acusar el paso del tiempo, mostró su poderío y su amplitud de registros en temas como ‘Caribou’ y ‘Hey’, que consiguieron asentar el concierto y movilizar a las masas.
‘The Vegas Suite’, una nueva canción que estará presente en su próximo álbum, ‘The night the zombies came’, que verá la luz el próximo octubre, cortó la sucesión de éxitos de sus tres primeros álbumes, que habían poblado el repertorio hasta ese momento, e inició una sección con Francis a la guitarra acústica, que continuó con su disonante y afilada ‘Vamos’, de ‘Surfer Rosa’ (1988), que hizo que empezaran a volar vasos de cerveza en la pista.
‘Here comes your man’, que apareció sin aviso, terminó por hacer aflorar los teléfonos móviles entre los asistentes, cada vez más entusiasmados con los de Boston.
Tras un tramo más centrado en temas menos populares de su repertorio clásico como ‘Motorway to Roswell’ o ‘All over the World’, intercalados con temas más recientes como la recientemente publicada ‘Chicken’, Francis y compañía retomaron la senda de los clásicos con ‘I bleed’, tema con más protagonismo de la recién llegada Richardson.
La frenética ‘Crackity Jones’ desató la locura momentánea con los ladridos de Francis y el repetitivo bombo de Lovering, sucedida por ‘Isla de Encanta’, que terminó de desatar a los asistentes.
La versión de The Jesus and Mary Chain, ‘Head on’ y ‘Planet of sound’ continuaron con el frenesí festivo de los Pixies más rabiosos y contundentes, que se echaron en falta en los primeros compases de la noche.
A partir de ese momento, toda una sucesión de los temas más incontestables de Pixies, entre los que no faltaron ‘Alec Eiffel’, la híper agresiva ‘Tame’, ‘Dig for fire’, o ‘Bone Machine’, que demostraron que el músculo sigue ahí.
También hubo tiempo para que la recién llegada Emma Richardson interpretara ‘In Heaven’, una de las primeras canciones de la banda, que precedió a, de nuevo, ‘Wave of Mutilation’, esta vez en versión semiacústica a medio tiempo, y una titubeante ‘Where is my mind’, que volvió a desatar el furor del público.
La versión de ‘Winterlong’ de Neil Young, fue la encargada de cerrar el repertorio antes de los bises, tras casi dos horas de repertorio.
‘Debaser’ fue el último latigazo de la noche, para enviar a los asistentes a casa con una sonrisa, en una velada cimentada en sus clásicos más contundentes que funcionan tan bien como siempre, con un desempeño de Black Francis no parece resentirse al paso de los años aunque, puntualmente, esa explosividad que les encumbró, dé muestras de flaqueza.