DES-prográmate y Ámate
Hay fechas que no se sienten como celebración, sino como un recordatorio, y justo el 3 de diciembre, Día Internacional de las Personas con Discapacidad, es una de ellas. No porque nos “invite a reflexionar”, sino porque nos obliga a mirar eso que normalmente preferimos evitar, hablo de la fragilidad humana, la nuestra y la de los demás.
Una discapacidad, ya sea visible o invisible, no es una tragedia; es una forma del cuerpo, de la mente o del alma de decir: “así vivo, así siento, así existo… ¿Habrá un lugar para mí aquí?”.
Y eso es lo que más duele a veces, no la limitación en sí, sino la mirada ajena, esa mirada que incomoda, que invade, que infantiliza, que romantiza o que lastima. Esa mirada que decide quién merece paciencia, o quién simplemente “está exagerando”.
Pero hoy no vengo a hablarte de inclusión ni de leyes, y mucho menos de palabras políticamente correctas; quiero hablarte de humanidad, porque incluso lo que no vemos como una discapacidad, puede doler como si lo fuera. Hablo de un duelo no resuelto, una mente que no te deja dormir, un cuerpo que no responde, una infancia que te pesa, una ansiedad que nadie ve o hasta un miedo que te limita sin avisar.
Todos en algún punto hemos caminado con algo que el mundo no entiende, y eso también es una forma de discapacidad: la vida en lugares donde nadie te comprende. Por eso esta fecha no es para “concientizar a otros”, sino para preguntarnos algo más honesto: ¿qué hacemos nosotros cuando alguien necesita un ritmo distinto? Quizá acompañar, escuchar, dar espacio o… ¿estás exigiendo que el otro funcione como los demás?
Las personas con discapacidad no necesitan lástima, necesitan que dejemos de ver su mente o su cuerpo como un error y empecemos a ver su camino como uno legitimo. Así que, desde mi trinchera, como digo siempre: aquí no venimos a arreglar nada, venimos a liberar lo que duele, porque a veces la discapacidad también es emocional, la podemos observar como miedo, como trauma, como esa voz que nunca fue escuchada, en lo que cargas sin decir, o bien, en lo que nadie sabe que te está pesando.
Esta no es una fecha solemne, es una fecha para observar, para ver la verdad, para recordarnos que la dignidad no se pide, se sostiene, para repetirnos que las diferencias no se toleran, se abrazan, y que el camino de cualquier persona es válido, incluso el tuyo.
Si hoy dentro de ti algo te está pidiendo un espacio, si tu proceso necesita un respiro, aquí hay un lugar. Tú también mereces ser visto y escuchado. Te dejo con esta pregunta: ¿Qué parte de ti te ha pedido un ritmo diferente y no se lo has permitido?


