RETRATOS HABLADOS
Es de esperarse que, pasadas las elecciones del dos de junio, de alguna manera el agudo interés por eso que llaman “política”, dé paso a nuevos intereses que tengan que ver, así lo deseamos, con la posibilidad de cultivar la inteligencia para no volver a caer en el eterno juego en que el ciudadano es siempre el invitado de piedra.
Nos guste o no, el papel que desempeñamos en asuntos electorales, se reduce al momento en que estamos ante las urnas, y después todo es igual, porque habrá simplemente que pedir a los cielos, que los próximos gobernantes sean por lo menos un poco más humanos, más con la capacidad de la compasión hacia sus semejantes.
Fuera de ello todo es igual. Y al concluir la jornada electoral, con la entrega de las constancias de triunfadores, será momento de regresar a lo de antes, lo de siempre, igual a esa fiesta de Serrat donde, por un momento, todos parecíamos hermanos.
Y efectivamente esa ilusión es la que fomentan los políticos, cuando de pronto son hombres y mujeres que casi lloran por el dolor del prójimo, en esas actuaciones a las que ya nos acostumbraron desde tiempos ancestrales.
A lo anterior, ahora se suma una soberbia preocupante, de quienes piensan que emular el estilo del presidente de la República, ya los convierte en sus sucesores, y por lo tanto, tienen derecho a los desplantes de absoluta fatuidad, en que ya dirigen la nación sin pedir permiso a nadie.
El México de hoy es preocupante sin duda alguna, porque el dos de junio va a pasar lo que usted, lo que ya sabíamos de antemano. Vaya pues, no habrá ninguna sorpresa, y de antemano sabemos el siguiente capítulo, hasta que un día, espero que muy lejano, ahora sí regresemos a esos tiempos en que todo era posible de ser solucionado a balazos.
Falta muy poco para las elecciones.
Y no espere ningún cambio en lo que ya todos sabemos.
No espere nada.
Lo mejor será apurar a pasar este trago amargo.
Mil gracias, hasta mañana.
Correo: jeperalta@plazajuarez.mx
X: @JavierEPeralta