RELATOS DE VIDA
Tenía varios días que una mosca rondaba por su cubículo en la oficina, algunas veces intentó espantarla lanzando manotazos para que se alejara de su espacio de trabajo y lo dejara trabajar tranquilamente, sin embargo, aunque se alejaba por un rato, al final regresaba.
En otras ocasiones abría la ventana y con una franela buscaba guiarla hacia ella para que se saliera del lugar, y una vez fuera, cerrar la pequeña puerta corrediza para que ya no regresara ni fastidiara más, pero la mosca de burlaba moviéndose por varios espacios sin llegar al destino final.
En otro momento quiso ahuyentarla con el olor de un incienso, en tanto dejaba abierta la ventana para que saliera por su propia voluntad, pero tampoco funcionó; y en otro intento más por lograr desterrar a su objetivo, hizo uso de otras estrategias como una cinta que cuelga del techo para que se quedara pegada al acercarse, y también utilizó un insecticida en aerosol, pero la mosca seguía viva y burlona.
Por último, hizo el esfuerzo por no hacer caso al zumbido de la mosca al volar cerca de su lugar y se concentró solo en el trabajo y buscó aminorar el sonido del vuelo con algo de música, pero la intrusa seguía haciendo de las suyas, porque se paseaba al frente de su cara y cerca del oído, haciendo mayor la molestia para el frustrado trabajador de oficina.
Ya en un acto de frustración y coraje por no haber logrado nada con ninguno de sus métodos, volvió a tomar la franela y se dispuso a matarla a como diera lugar, y no descansaría hasta conseguirlo. Se puso a lanzar franelazos para darle fin, en uno de esos intentos no midió la distancia, se pasó de largo, le pegó a su vaso con agua y el líquido se derramó en su computadora.
Con la misma franela buscó secar el aparato, para prenderlo y seguir trabajando, pero se había descompuesto, y en la frustración por pensar que haría, la mosca pasó varias veces restregándole su victoria y permanencia en la oficina.