UN ADULTO RESPONSABLE
“¿Cómo no me voy a creer mucho si cuando
nací nacieron todas las flores?”
Frase de tía
A partir de ahora, cada día que pasa estoy más cerca del tercer piso, y aunque si hace unos meses me lo hubieran preguntado habría dicho que estaba listo, hoy no lo siento así.
Le tengo un terrible miedo al fracaso, a no saber aprovechar las oportunidades que por fin Dios me ha dado después de tanto pedirlo.
Aunque parezca contradictorio, es justo eso lo que me hace despertar cada día, la esperanza de que podré lograrlo, que la vida traerá las cosas buenas: una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra.
Y es en esos momentos que recuerdo la virtud que más me hace falta y que admiro mucho en los demás: la humildad.
Por eso cada vez que es mi cumpleaños veo a mi amigo el Rayo Mcqueen buscando el consuelo de una vida llena de talento pero faltante de eso que complementa la vida.
De los amigos que te respalden y apoyen, que a pesar de sus limitaciones, se esfuercen por ayudarte a salir adelante o que cambian tu punto de vista sólo haciendo que mires más allá de lo que sueles pensar, porque esos son, de verdad, los mejores amigos.
De devolver la fe en uno mismo a aquel que la haya perdido, aunque a veces para ello, debas hablar fuerte.
Y del hecho de que, algunas veces, debes renunciar a tu más grande sueño, no porque sea malo, sino porque sería injusto que te llevaras la gloria sin darle mérito a aquel que te enseñó lo que sabes, sin ayudar a quien te llevó a la cima, sin reconocer el arduo trabajo de los que están tras de ti, sin conocer lo que es la lealtad y a quiénes se debe ofrecer.
Y quizá, renunciar a ese camino, te lleve a otro que conduzca al mismo destino.
Es increíble que una película que se estrenó hace más de 18 años siga teniendo tanto impacto en mí, pero así es, porque la modestia es ese valor que te permite saber que entre más crezcas, mejor debes comprender al mundo que te rodea y ser tolerante con las personas que son diferentes (no mejores, ni peores, sólo diferentes), pero además de esto, el filme explica de una forma sencilla cómo debe ser tu plan de vida.
No importa cuánto te esfuerces por lograr tu sueño más anhelado; no te sentirás bien si en el camino eres prepotente y maleducado. Al menos eso pienso yo.
¡Qué vengan los 30 con todo lo que eso conlleva, que nadie está listo, que toda la gente está improvisando!
Ya con 29 vienen las nuevas aventuras llenas de felicidad, lágrimas y melancolía, tengo muchas ganas de vivir y seguir sintiendo todo lo que haga falta: que sigan llegando las cuentas por pagar, los trámites burocráticos y las filas enormes para lograr cosas inútiles.
Que sigan los buenos recuerdos, los bailes en los que apenas me muevo, los amaneceres fantásticos y todos y cada uno de los momentos que he pasado con las personas que he querido.
Con razón los viejitos dicen que los 30 no son nada, que apenas está empezando el guateque, que el Señor Walter Pitkin tenía razón: “La vida empieza a los 40”, y que Mafalda también: “¿Y entonces para qué cuernos nos hacen venir con tanta anticipación?”.
Nota: Hay que disfrutar cada etapa de la vida, con humildad, con paciencia, con ganas. Al final, el día que nos muramos nos llevaremos nomás un puño de tierra, diría Antonio Aguilar, aunque él dejó una familia muy problemática, así que mucho no le creo.