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jueves, enero 23, 2025

Las voces del alma y del corazón

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LAGUNA DE VOCES

Hace unos días vi la fotografía en que aparece mi mamá con su rostro de mirada única. Ayer apenas, en los trabajos previos a reinciar transmisiones en Radio Plaza Juárez, descubrimos el archivo con la voz de Adalberto, mi hermano. Y estoy absolutamente seguro que ambos están vivos, no en el sentido figurado del recuerdo, sí en la cercanía permanente que tienen con los que pedimos su consejo, su voz para saber que todo estará bien. Eso es la vida auténtica, sencilla y cotidiana, en que nos descubrimos bajo el amparo de los seres que amamos, a los que cada día plataicamos de lo que hacemos o dejamos de hacer en estos rumbos de la vida; a los que recurrimos para que nos aconsejen, con ese don que ambos, mamá y Beto, tuvieron. Porque una cosa es que te digan que con echarle ganas las cosas mejorarán, y otra, muy diferente, que sepas, al simple sonido de sus voces, que sí, que los senderos por donde transita la existencia humana, con bastante regularidad, desembocan en mares de tranquilidad, de serenidad. 

A mí me sorprende ver, finalmente, una fotografía donde se ven los ojos grandes de mi madre, porque son contadas, dos para ser exactos, las fotos donde podemos identificarnos, y de alguna manera el recuerdo se asemeja mucho al rostro de mamá, un año justo antes de partir. Pero decía que es un decir partir, morir incluso, porque con bastante regularidad nos visitan, a veces nada más para saludarnos y decirnos que el amor es la llave fundamental para comprender estas tierras.

Beto despedía en ese archivo descubierto, el noticiario de radio que hizo durante más de 20 años en el Sistema Estatal de Radio, porque la incapacidad y desinterés de un grupo de burócratas, hizo que olvidaran refrendar el permiso ante la autoridad federal, y de manera obligada tuvieron que bajar el switch de transmisiones. Hoy, después de todos esos años, 98.1 sigue sin aparecer en el cuadrante de Frecuencia Modulada aquí en Pachuca.

Sin embargo, se quedó en el recuerdo de muchos, gracias a su don único y vital para saber platicar con la gente, sobre todo de escucharlos, en entrevistas que revelaban el lado humano, bueno y malo, de los que entrevistaba.

Nunca entendió en su amplísima trayectoria periodística, que la entrevista se convirtiera en un capítulo pugilístico, hoy tan de moda, donde ni el que entrevista escucha lo que le dice el entrevistado, ni el entrevistado al entrevistador. Tan decididos estan a comulgar con la tesis de que “la mejor defensa es el ataque”, que olvidan la razón de ser de lo que hacen.

Por eso la disputa eterna, donde la estrella del firmamento es el que pregunta, y entre más acorrale al invitado es mejor, más reconocido. 

Nunca fue ese el estilo de mi hermano. Y por eso daba gusto escuchar las pláticas que sostenía con sus invitados, en que se podía descubrir el corazón real, el alma, el sentir de un ser humano, más allá de funcionario o líder político. Y eso, reflejaba más, mucho más que los estériles encuentros pugilísticos, hoy tan de moda.

El diálogo implica preparación, inteligencia, sensibilidad. 

El pugilismo verbal, simplemente un brabucón con desplantes de sabio apantallabobos.

Ya me desvié del origen de este texto. Ambos personajes queridos, amados por el que escribe, me dicen que siempre será mejor escuchar, saber atesorar la voz del corazón y del alma.

Vi a mamá en una foto. Escuché a Beto en un archivo antiguo. Y sé, lo sé, que igual a todos los difuntos amados que hay en este planeta Tierra, están con nosotros, siguen para siempre a nuestro lado.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx

@JavierEPeralta

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