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Hidalgo
viernes, septiembre 26, 2025

La voz que nos sostiene

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Por el derecho a existir

Hoy, más que nunca, necesitamos voces que se unan. Que se multipliquen. Que se levanten con dignidad y respeto

Hay algo profundamente humano en levantar la voz. No solo para hablar, sino para existir. Para decir: “aquí estoy”, “esto me duele”, “esto me importa”. La voz es más que palabras: es identidad, es memoria, es resistencia. Es el puente entre lo que sentimos y lo que el mundo necesita escuchar.

Desde la niñez, aprendemos a nombrar el mundo. A decir “no”, a decir “sí”, a preguntar “¿por qué?”. En esos primeros gestos, ya hay fuerza. Ya hay conciencia. Porque la voz no espera a la adultez para tener valor. La voz de una niña que pregunta “¿por qué hay hambre en el mundo?” La de un niño que defiende a otro en el recreo, son voces que ya están cambiando algo.

Y cuando crecemos, esa voz se transforma. Se vuelve más firme, más clara, más urgente. Se expresa en las calles, en las aulas, en las urnas. Se convierte en voto, en marcha, en propuesta. La voz es acción. Es participación. Es democracia.

Pero también hay voces que se apagan. Que han sido silenciadas por el miedo, por la indiferencia, por la injusticia. Voces que no fueron escuchadas en su momento, y que hoy nos llaman desde el recuerdo. Por ellas, por quienes no pudieron hablar, tenemos que usar la nuestra.

La voz no tiene edad. En la vejez, se vuelve sabia, profunda, cargada de historia. Es la voz que recuerda lo que fuimos, lo que luchamos, lo que perdimos y lo que aún podemos ganar. Es la voz que guía, que enseña, que abraza.

Y en cada etapa de la vida, la voz debe ser sensible. No solo fuerte, sino empática. Capaz de escuchar antes de responder. Capaz de construir en lugar de destruir. Porque la sensibilidad no es debilidad: es humanidad.

Hoy, más que nunca, necesitamos voces que se unan. Que se multipliquen. Que se levanten con dignidad y respeto. Que hablen por quienes no pueden, que denuncien lo injusto, que defiendan lo bello. Que digan “basta” cuando sea necesario, y que digan “vamos” cuando haya que avanzar.

Que nuestra voz se escuche en las urnas, en las calles, en los hogares, en las redes, en los corazones. Que no se calle ante el abuso, que no se esconda ante el poder, que no se rinda ante el cansancio.

Porque la voz es poder. Y el poder de la voz bien usada, cambiar el pequeño espacio que habitamos.  #26S

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