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jueves, julio 10, 2025

La UNAM: de los rankings a la internacionalización (III)

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Los rankings universitarios mundiales utilizan metodologías basadas en la suma y ponderación de indicadores para evaluar la reputación y el prestigio académico. Rankings como el Academic Ranking of World Universities (ARWU), el Times Higher Education (THE) y el Quacquarelli Symonds (QS) han mantenido consistencia en sus enfoques e indicadores. En el caso del QS —donde la UNAM descendió en la tabla de las mejores universidades— han mantenido sus criterios, pero pueden observarse algunos cambios.

Según el ranking QS 2026, la metodología empleada se estructura a partir de cinco criterios, cada uno con su respectivo peso: investigación (50 por ciento), empleabilidad y resultados (20 por ciento), experiencias de aprendizaje (10 por ciento), compromiso global (15 por ciento) y sustentabilidad (5 por ciento). Pero, a pesar de incorporar dimensiones relevantes como la sustentabilidad, el énfasis sigue centrado fuertemente en la internacionalización.

En la literatura especializada, la internacionalización se entiende como uno de los efectos de la globalización. Dicho de otra manera, en el ámbito de la educación superior, la internacionalización se presenta como una de las respuestas más comunes —y predominantemente afirmativas— al fenómeno de la integración económica, social, cultural y tecnológica mundial.

Esta relación entre globalización e internacionalización genera dos caras o tipos de internacionalización: una internacionalización con fines de comercialización y otra sin fines de lucro. La primera —la internacionalización por interés— se traduce o se conoce como la transnacionalización de la educación superior. Un ejemplo claro es la red Laureate International Universities, que en su momento adquirió el conglomerado de las Universidades del Valle de México (UVM) y los campus UNITEC. La segunda cara —la internacionalización sin fines comerciales— no tiene intereses o rasgos necesariamente económicos, posee una larga tradición histórica, pero también posee rasgos ideológicos hegemónicos. Esta cara o fase es la internacionalización que regularmente está orientada hacia el norte, en la que universidades como las mexicanas o latinoamericanas aspiran a parecerse a las instituciones de educación superior de los países anglosajones.

En términos generales, en las instituciones de educación superior del país, la internacionalización se expresa en su estrecha relación con los rankings, pero también en estrategias y acciones muy concretas. En cuanto a estrategias, destacan el creciente número de convenios de cooperación internacional con países de los cinco continentes; la creación de programas institucionales, especialmente de movilidad académica internacional (tanto saliente como entrante, presencial y virtual); y la existencia de instancias universitarias especializadas (direcciones, departamentos, coordinaciones) en esta tarea.

En cuanto a acciones concretas de internacionalización, estas pueden identificarse en diversos ámbitos: la presencia de estudiantes y profesores extranjeros; la inclusión del aprendizaje obligatorio de una segunda lengua en los planes de estudio; la producción científica publicada en revistas de alto impacto; la participación en redes académicas internacionales, y la membresía en asociaciones académicas globales. En el caso de la UNAM, un insumo relevante para evaluar la movilidad estudiantil es la Encuesta PLATANI, elaborada por la ANUIES. Desafortunadamente, únicamente se cuenta con información del periodo 2015-2016. Para obtener datos más amplios sobre estas acciones, habría que revisar los informes de la Dirección General de Cooperación e Internacionalización, que se creó no hace mucho, en 2013.

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