RELATOS DE VIDA
Parecía petrificado, ningún movimiento corporal se registró durante un par de horas, estaba tendido sobre el patio de su casa con una frazada sobre su cuerpo y mirando fijamente la luna que se observaba plenamente iluminada y redonda.
La irradiante luz hacía completamente visibles cada uno de los espacios del jardín, las bardas, los tendederos, y hasta las telarañas tejidas en las esquinas de las paredes, incluso la araña que descendía a paso lento de una pinza colocada en el lazo para poner la ropa a secar.
Estaba maravillado y no se podía permitir perder ningún instante de esa maravilla natural, mientras repasaba algunos descubrimientos científicos y ancestrales de este fenómeno, una luna llena perfecta, espléndida, mágica y romántica.
En momentos también creaba historias de las miles de parejas que iniciaron y sellaron su amor, teniendo de escenario esta maravilla de la naturaleza y de la creación; a su vez en todos los desastres desatados en aguas profundas por su ira, y en los cientos de leyendas imaginadas con su aparición.
La noche era cómplice de este momento, se mantenía silenciosa, fresca y apacible, y se hacía acompañar de un cielo que pintaba millones de estrellas, un paisaje digno que indudablemente recitaba a la nostalgia, al sentimiento de tristeza, de recuerdos, de sueños fallidos y de ilusiones perdidas.
Esa mezcla ese ideas, sentimientos, pensamientos, era indescriptible, bueno, culminaba en la tranquilidad, en el poder agradecer al universo y a su arquitecto, cualquiera que esté fuera, por el que cumpla de experiencias, enseñanzas y minutos vividos, era hora de ir en paz, lo hecho, ya lo estaba, y no era necesario regresar atrás.
El momento había llegado, el cansancio de la quimioterapia estaba haciendo sus estragos, llevaba mucho tiempo luchando, pensando y medio viviendo, quería descansar en ese cielo estrellado, iluminado y tranquilo; sus párpados fueron cediendo y la luz se fue apagando, hasta estar en completa oscuridad, se había ido, con una sonrisa en su rostro y ante su compañera de vida que jamás se separó, ni en su último instante de la luz.