IGUALDAD SUSTANTIVA, EMPODERAMIENTO EFECTIVO
La XVI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe celebrada recientemente en la Ciudad de México, abordó los cambios necesarios en política, economía, sociedad, cultura y medio ambiente para avanzar hacia una sociedad del cuidado y la igualdad de género.
La región enfrenta grandes desafíos como la baja capacidad de crecimiento, desigualdad, débil gobernanza y una crisis de cuidados que afecta desproporcionadamente a las mujeres, por lo que la CEPAL ha propuesto un cambio de paradigma hacia la «sociedad del cuidado», priorizando la sostenibilidad, los derechos y el trabajo de cuidados como un bien público y motor económico.
El documento denominado “La sociedad del cuidado: gobernanza, economía política y diálogo social para una transformación con igualdad de género”, que acompañó la conferencia, analiza el cuidado como derecho, necesidad y sector económico, destacando la importancia de políticas integrales, financiamiento sostenible y cambio cultural para promover la igualdad de género y derechos a lo largo del ciclo de vida, además, enfatiza la necesidad de acciones urgentes, cooperación y participación activa para transformar las relaciones de género y construir un futuro más justo y sostenible.
Uno de entre muchos otros temas que analiza, son los desafíos y tendencias emergentes, y el análisis prospectivo de los cuidados de largo plazo en América Latina y el Caribe, en el contexto de transformaciones demográficas y epidemiológicas, destacando que el envejecimiento acelerado de la población, junto con el aumento de personas con discapacidad y dependencia, incrementará significativamente la demanda de cuidados, especialmente entre las personas mayores, con un triplicamiento en 30 años del número de mayores dependientes, principalmente mujeres.
Al respecto, la convención sobre los derechos de las personas con discapacidad y otros instrumentos internacionales reconocen el derecho a vivir de manera independiente y a recibir cuidados adecuados, promoviendo la inclusión y la participación plena en la sociedad.
El análisis señala que las desigualdades de género, socioeconómicas y territoriales se acentúan en la vejez, con las mujeres, especialmente en zonas rurales, enfrentando mayores riesgos de pobreza, dependencia y sobrecarga de cuidados, muchas veces sin protección social suficiente, por lo que la organización social del cuidado recae en gran medida en las familias, generando cargas físicas, emocionales y económicas, particularmente en las mujeres.
En cuanto a los servicios y recursos, se identifica una brecha entre la demanda creciente y la oferta pública y privada, los cuidados pueden brindarse en el hogar, en espacios colectivos o en instituciones, mediante una variedad de servicios que incluyen atención domiciliaria, centros de día, residencias y cuidados paliativos, lo que hace fundamental fortalecer estos sistemas, promover la profesionalización de las personas cuidadoras, garantizar condiciones laborales dignas y establecer mecanismos que reconozcan y apoyen el trabajo de cuidado, tanto remunerado como no remunerado.
También se destaca la importancia de políticas públicas que faciliten licencias, relevos de tiempo y apoyos económicos, además de impulsar la incorporación de tecnologías de apoyo para mejorar la autonomía y reducir la carga de las personas cuidadoras. El envejecimiento saludable, la participación activa y la promoción del autocuidado son estrategias clave para reducir futuras necesidades de cuidado y mejorar la calidad de vida.
Finalmente, se subraya la necesidad de fortalecer la regulación, la supervisión y la protección legal para prevenir el maltrato y garantizar la calidad en los servicios de cuidado, promoviendo la sensibilización social y mecanismos efectivos de denuncia y protección, en línea con los compromisos internacionales de derechos humanos.