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sábado, diciembre 21, 2024

La segunda mitad del 24

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RETRATOS HABLADOS

En la segunda parte del 2024, me doy cuenta que la única tarea en que buena parte de la población del país, hemos empeñado nuestros esfuerzos, ha sido simplemente en sobrevivir. Hasta hace poco, de alguna manera, todos entendían que era una consecuencia lógica de la Covid – 19, pero a estas alturas parece una justificación que ya no es necesaria. Simplemente, al abrir las páginas del mes de julio, es decir, al poner en marcha el nuevo conteo del mes séptimo del año, el hecho concreto y lamentable, sobre todo a estas alturas de la existencia propia, es que pareciera el momento de arrancar el descarte de casi todos los sueños que alguna vez tuvimos, porque incluso, la simple y cotidiana realidad, se nos niega a caminar, a brindar la esperanza necesaria para pensar en mejores tiempos, alejados de la angustia de la sobrevivencia.

Porque se puede hacer reflexión existencial, incluso política, cuando lo rutinario, es decir lo fundamental, camina a un ritmo sano, ajeno por supuesto a las sorpresas, a los golpes de suerte. Simplemente deseamos que camine despreocupado del valladar que protege eso que llamamos buenos tiempos.

Solo de niño a uno le angustiaba el tiempo, no el que se va, sí la lentitud del que debía llegar, porque atrasaba lo que entendíamos por felicidad, siempre ligado a las festividades navideñas. Resultaba más sencillo todo, porque no íbamos a ninguna parte; porque entendíamos que era lejana la fecha de hacer un corte de caja, y mirarnos con ojos espantados por nada, o casi nada de lo planeado en ese mundo de los sueños, se ha podido cumplir.

Es posible achacar todo a la desesperación porque de repente nada llega, porque descubrimos el valor infame del dinero, de los recursos económicos, trepados en una embarcación que simplemente no se puede detener, bajo el riesgo definitivo de que, si llega a hacerlo, nunca volverá a navegar por mar alguno.

Se asoma por momentos una sentida amargura por la vida misma, y también tiene visos de tristeza, de desaliento, de todo eso que achacábamos a los viejos cuando jóvenes, y lo dábamos por hecho, que para eso las personas crecen, se marchitan y luego se van.

En pleno camino por las lluvias de julio, celebramos sin embargo que ejemplos aprendidos de hermanos ya desaparecidos, nos hablaran, uno del amor como llave fundamental para comprender y comprendernos; otro de la serenidad, la calma para pedir llegara la fe que solo Dios otorga. Y aprendemos de repente, nos sorprende que supieran tanto de las claves esenciales de la vida. Respiramos con tranquilidad, y, una vez más, nos volvemos a mirar con la luz de una confianza renovada en todo, incluso en el destino.

Sobrevivir ya es ganancia, nos decimos. Nos reprochamos que hayamos llegado a tanta capacidad de resignación, porque sobrevivir de ninguna manera es suficiente, pero sí importante cuando anochece en la serenidad de una tarde de lluvia aquí, en Pachuca.

Se queda la mirada fija en la ventana, en el parque se asoma tapizado de lluvia, de lámparas lánguidas, todavía del color pleno de la melancolía, pero que hace que podamos mirarnos en esa simple, pero vital esperanza de la vida.

Así que hay solo dos caminos a estas alturas del año, de la existencia, que tienen como eje el amor y la fe, una vez que llegue y nos abrace para siempre.

Así que, después de todo, la fórmula siempre ha sido esa y ninguna otra.

Así que, después de todo, no estaría mal festejarnos por dar el siguiente paso a la segunda mitad del año.

Mil gracias, hasta mañana.

Correo: jeperalta@plazajuarez.mx

X: @JavierEPeralta

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