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Hidalgo
miércoles, febrero 26, 2025

La fantasma que será ciprés

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LAGUNA DE VOCES

Apenas si se pueden mirar las manos del fantasma que recorre los pasillos, el jardín, la azotea pintada de plata para evitar que el agua se filtre a los plafones blancos de cartón. Desde hace años dejamos de interesarle, pero lleva prisa para ir no sé a dónde, pero apura el paso hasta desaparecer en cualquier muro y reaparecer al otro lado, aunque a estas fechas dejamos que cumpla su rutina sin importunarla con pregunta alguna, mucho menos con gritos de espanto, que además nunca fue su objetivo provocar esa reacción. De su rostro solo queda una estela de luces, nada que nos permita identificarla, pero sus manos sí eran portadoras del más mínimo detalle, como si buscara no ser confundida con nadie. Y quedaron sus manos como sello distinguible, imposible de creer que fueran de otra fantasma, porque fantasma, lo que se dice fantasma, solo ella, que se empeñó en hacer sonar sus zapatos al principio por las tardes-noches, luego a cualquier hora, sin horarios, que eso es para los vivos, no los que ya partieron hace tanto tiempo.

Sin embargo, conserva esa prisa desordenada, que provoca tantas preguntas imposibles de hacerle, porque ahora su rostro dejó de ser esa estela de luces, para ser simplemente un borrón de algo imposible de descifrar.

Ahora que escribo, la tarde es fantasmal, valga la expresión, con un aire frío, congelante, y un cielo nublado, ajeno a dejar pasar alguna luz de la luna. Son de esos atardeceres que ni siquiera se pueden mirar, porque de hecho no atardece, simplemente la noche se duerme en el día más dedicado a los difuntos.

Aparece entonces, mueve una pluma del escritorio, corre a las escaleras, mira lo que escribo, volteo y está claro que no está. Si así fuera el que saldría veloz, sería yo. Pero nunca ha sido ese su estilo, es curiosa y quiere ver cómo la llamo, si respeto su desaparición hace tantos años. 

A veces tamborilea con sus dedos la mesa de plástico donde como todos los días, mientras escribo en la oficina, a unos pasos; me levanto, voy al sonido, y queda algo, como un rastro de migajas de pan, pero del fantasma nada.

Hace unos minutos que fue declarada la noche absoluta. En breve llegará marzo, la primavera, la luz y el calor asfixiante. Total, que nada nos gusta.

A la fantasma le cae mejor el calor, porque deja de correr para todos lados, y simplemente se escucha, muy de vez en vez, un andar sosegado, tranquilo, apenas distinguible, y baja por las escaleras, abre la puerta de aluminio blanco con vidrio que da al jardín; va de un lado a otro, se esfuma, y tarda casi toda la primavera, seguro metida en la tierra llena de plantas y flores.

Debe ser su intento por convertirse en ciprés, en alguna buganvilia, en ser parte de un ser vivo en todo el sentido de la palabra.

Pero solo consigue ser flor, y las flores duran lo que dura el buen tiempo. Luego se mueren, y tiene que regresar aprisa a lo que era antes, y empieza de nuevo la historia.

No ha podido hacerse ciprés porque, dicen, cuando ya están tan grandes es imposible. Así que, al mejorar el tiempo, plantaremos un ciprés diminuto, anunciaremos con voz fuerte que lo haremos, y seguro escucharemos que corre por los pasillos, y se duerme en el jardín, en el corazón del árbol recién plantado.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx

@JavierEPeralta

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