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martes, septiembre 30, 2025

La eterna liturgia del poder

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RETRATOS HABLADOS

Alguien me preguntó hace cuántos sexenios había sido testigo de informes gubernamentales. La única respuesta que pude tener fue, en esencia, la más sincera: muchos, a lo mejor demasiados. Porque si sumo años, y me acerco a través de la memoria al primer evento de este tipo en el que estuve presente, escucho a un Guillermo Rossell de la Lama con paso marcial, casi militar, llegar y saludar a la bandera, cual general de cinco estrellas, es decir no con la mano en el pecho, sino en la sien derecha. El profesor, Rafael Cravioto Muñoz, en una de tantas pláticas que teníamos en su oficina de Abasolo, en la Universidad del Estado, no dudó en calificarlo como un “gozador del poder”. Y vaya que lo era, pero también un hombre que gustaba del trabajo, de jornadas que nunca terminaban, ni con la llegada de la madrugada.

Después, en el mismo lugar que había construido su antecesor, llegó Adolfo Lugo Verduzco, y también tuvo razón el profe en su disertación sobre cómo se asume el poder, al señalar que el entonces mandatario, lo había padecido, porque simplemente es lo que pasa cuando se le recibe a manera de premio de consolación, al sentir, por un momento, casi en las manos la nominación como candidato a la Presidencia de la República.

A su salida fue Jesús Murillo Karam, de quien también tuvo un calificativo certero, “un político profesional en todo el sentido de la palabra”. Nadie hubiera pensado que años más tarde, muchos años más tarde, hubiera ido a parar a la cárcel, como parte de una estrategia para ofrecer a quienes reclamaban la aparición de normalistas desaparecidos, un personaje en quien cebar su indignación.

Hombre de oratoria privilegiada, tribuno que, al dejar el Senado de la República para ser candidato al gobierno de Hidalgo, su homólogo, en ese tiempo del PRD, Porfirio Muñoz Ledo, lamentó que ya no quedaría con quien poder entablar diálogos de altura, el del Real del Monte habrían tenido un mejor cierre de su carrera, de haberse hecho cargo de su partido, el PRI, en lugar de incorporarse al gobierno Peñista. Pero como el hubiera no existe.

Manuel Ángel Núñez Soto, fue el mandatario con más preparación académica, siempre mencionado por Murillo Karam, como una eminencia en asuntos de economía, y una visión de gran nivel por su paso en universidades europeas, y su papel en la negociación del Tratado de Libre Comercio con Canadá.

Apostó, algunos dicen que demasiado, a un aeropuerto alterno al de la capital del país, pero sobre todo creyó en la palabra presidencial de los panistas presidentes, y luego del priísta, que simplemente nunca le dieron la oportunidad real al proyecto que había pasado todas las pruebas, menos las de la política.

Después Miguel Ángel Osorio Chong, tal vez junto con Murillo, el más poderoso en toda su gestión y después, y también en la actualidad, por ser algo así como un vicepresidente durante la administración de Enrique Peña Nieto, y muy de la tendencia a consolidar equipos de largo aliento en su propia gestión y en las siguientes. Muchos, incluso, hoy mismo lo alientan de manera por supuesto que conviene a sus intereses de quien lo invitan, a que encabece una revolución contra los malos morenistas, y los que, a juicios de los susodichos, no han cumplido con la revolución de revoluciones que, según ellos, solo será realidad si son precisamente colocados en cargos desde donde dirigirán los destinos de Hidalgo y el mundo entero. Para un político de amplísima trayectoria, el llamado de estos sujetos que son adoradores de Judas Iscariote, le suenan divertidos, pero nada más.

En este esquema de Miguel Osorio, de conformar cuadros leales a su liderazgo, llega después Francisco Olvera Ruiz, un abogado de largo camino recorrido, lo mismo en las áreas universitarias, que en el gobierno estatal.

Pero el espacio es corto, y la historia amplísima. Le pido que en la siguiente entrega me permita platicarle de los tres mandatarios hidalguenses más recientes: el propio Olvera Ruiz, Omar Fayad Meneses, y por supuesto, Julio Menchaca Salazar.

Por adelantado le confieso que sí, han sido muchos, tal vez demasiados los informes a los que he tenido la oportunidad de asistir. 

Esta vez, ya sin encontrar y saludar a viejos amigos del gremio periodístico, siempre de inteligente opinión sobre este asunto que tanto nos apasiona, para analizar, que nunca vivir: el poder.

Mil gracias, hasta mañana.

Correo: jeperalta@plazajuarez.mx

X: @JavierEPeralta

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