POR EL DERECHO A EXISTIR
En un mundo en constante movimiento, las y los jóvenes se alzan como agentes de cambio fundamentales, demostrando que no son espectadores de la historia, sino los arquitectos (as) del futuro. Estas generaciones han comprendido algo esencial: el silencio perpetúa lo inmutable, mientras que su voz tiene el poder de romper cadenas, desafiar sistemas y construir nuevas realidades.
La juventud no se queda quieta ante la injusticia ni ante las crisis globales que amenazan el planeta. Han entendido que sus palabras, acompañadas de acción, son herramientas poderosas para mover conciencias y movilizar sociedades. Desde el activismo climático, hasta los movimientos sociales y feministas, las juventudes no solo protestan, sino que proponen, inspiran y lideran.
Sin embargo, no es solo la palabra lo que distingue a esta generación; es también su capacidad para conectarse, tanto entre sí como con otras causas y generaciones. Las redes sociales han sido sus megáfonos, multiplicando sus voces y llevando sus mensajes a rincones del mundo que antes eran impensables. Cada tuit, cada vídeo, cada marcha es un recordatorio de que el silencio ya no es una opción.
Estas juventudes, diversas y resilientes, han asumido la responsabilidad de transformar aquello que parece inamovible. Saben que su poder no radica únicamente en ser el futuro, sino en ser el presente: en manifestarse hoy, en exigir hoy, en construir hoy. Y en ese camino, están demostrando que no hace falta esperar décadas para cambiar el mundo; el momento es ahora, y la herramienta principal es su voz.
Así, la lección queda clara: la juventud no es solo una etapa de la vida, es una fuerza imparable capaz de reinventar la realidad. ¿Qué más puede lograr esta generación con su ímpetu y creatividad? Sólo el tiempo lo dirá, pero algo es seguro: su voz ya está dejando eco en la historia, aunque algunos gases lacrimógenos quieran callar su voz.
