RETRATOS HABLADOS
Las reuniones de vecinos, son un universo en miniatura de lo que es el ejercicio del poder en el país, en nuestro Estado, en el mundo entero.
Con bastante regularidad no llegan a buen puerto, porque hay quienes exigen todo, y están ciertos, ciertas, que los integrantes de su mesa directiva, equivalen a empleados de su negocio, empresa, lo que sea donde pueden mandar.
A mí me sorprende la paciencia de quienes presiden estos eventos, que no cobran un peso, y deben soportar las altanerías de mujeres prepotentes, ciertas de que son algo así como las Donald Trump de estos lares.
Lleva la peor parte, por supuesto, quien administra los dineros de las cuotas, porque se convierte en sospechoso o sospechosa, por ese simple hecho, y porque, además, como recibe un salario, luego entonces debe ser poco menos que lacayos, o lacayas, del señor o señora que demanda atención de esclavo a amo o ama.
Lo mismo pasa en el territorio grande del poder.
Algo ha pasado que, desde hace muchísimo tiempo, hemos perdido el rumbo en estos menesteres. Y vemos con singular admiración a personajes como Trump, que ejercen ese poder con odio, con vocación de aplastar a quien se le ponga enfrente.
Y en los terrenos simples, minúsculas de vecinos de un fraccionamiento, quien paga el deseo de mostrar que son poderosos, poderosas, de algunos de sus habitantes, es quien recibe un salario.
Por quién sabe qué razones, algunas mujeres también lucen con voz en cuello, que tienen servidumbre en sus casas, es decir que son de dinero, que por lo tanto ellas mandan, y los demás se atienen a esa verdad absoluta.
Y por eso exigen, urgen a que se ponga de patitas en la calle, a quien tuvo la osadía de no obedecer sus órdenes, y hasta se atrevió a mirarla a la cara, “como si fuéramos iguales”.
Tanta enfermedad mental cabe en un pequeño, pequeñísimo universo.
Mil gracias, hasta mañana.
Correo: jeperalta@plazajuarez.mx
X: @JavierEPeralta