Ad image

Hasta el último momento

Ana Luisa Vega
2 Min de Lectura
Ilustrativa

RELATOS DE VIDA

Se había convertido en un ritual, todas las noches, cuando ya había conciliado el sueño, se acostaba junto a él y recorría a detalle cada centímetro de cara, sus cejas, pestañas, nariz, boca y hasta podía observar los pequeños vellos que cubrían su rostro.

Con el paso del tiempo esa tradición iba cambiando de a poco, ya el cansancio no le prestaba espacio para recorrer con tanto detalle, tan solo verificaba que estuviera bien arropado y acomodado, y que respiraba con normalidad, una vez checados los puntos dormía plácidamente o hasta que el llanto la volviera a reactivar en pocas horas.

En unos cuantos años, el hábito desapareció, no así el chequeo de seguridad, pues solo así podría dormir tranquila de que todo se encontraba bien, aunque aun así, se mantenía pendiente por si algo llegara a pasar y tenía que acudir al auxilio.

El tiempo siguió pasando, y pese a que ya no lo revisaba se mantenía pendiente de su estado emocional, físico, aunque no era tan fácil estar atenta por tantos obstáculos que el pequeño, ya no tan pequeño, ponía de por medio para que lo cuidara.

Hasta que un día dejó de estar pendiente, se había ido a formar una familia, pero continuaba cercana al teléfono por si necesitaba su ayuda, su consejo, o al menos un tiempo para hablar.

Ahora ambos añoran esos tiempos, cada quien continúa su vida, pero ella siempre será la persona que no solo lo mantuvo seguro dentro del vientre, sino también fuera de él, y lo seguirá haciendo hasta el último momento de su vida.

Compartir esta nota