Raphael Haaser no pudo haber elegido mejor día para lograr la victoria más importante de toda su carrera deportiva. A los 27 años, y poco más de una semana después de haber dado la sorpresa con su plata en el ‘súper’, elevó la apuesta y se proclamó campeón del mundo de gigante. Ante su afición. En Austria. Sede, por segunda vez en Saalbach y por décima en su territorio, de unos Mundiales de esquí alpino. Su ‘deporte nacional’.
Haaser, tirolés, de Innsbruck, y que hace dos años había capturado bronce en la recién desaparecida combinada individual (ahora es por parejas) en los Mundiales de Courchevel (Francia), logró su tercera medalla intercontinental -una de cada metal- después de avanzar cuatro puestos entre mangas. Evitó lo que hubiese sido el segundo ‘triplete’ helvético en estos campeonatos; y sucedió en el historial de la prueba al gran dominador de este deporte, el suizo Marco Odermatt, asimismo campeón olímpico de la disciplina; que -a duras penas- se tuvo que conformar con el cuarto puesto.
‘Raphi’ había firmado, precisamente justo detrás de ‘Odi’ -que en Saalbach optaba a tres títulos-, la plata en el supergigante. Apenas un día después de que su hermana Ricarda -con la que hace dos años festejó en Francia un ‘doblete fraternal’, con sendos bronces mundiales en la prueba mixta- se hubiese lesionado gravemente (rotura de ligamentos cruzados e interno) la rodilla derecha en el ‘súper’ femenino.
Este viernes hizo vibrar a sus compatriotas. Desde hace un par de años, Suiza ha relevado como la gran potencia del deporte rey invernal a Austria. Organizadora de unos Mundiales en los que la Confederación Helvética amenazaba con arrasar.
Su triunfo no sólo minimizó daños, al evitar otro pleno suizo en el podio, sino que reforzó a la anfitriona -con dos oros, tres platas y un bronce- en el segundo puesto de un medallero que pudo haber dejado matemáticamente resuelto a su favor el país vecino (3-4-3) a falta de dos pruebas para el cierre. Raphael no sólo se convirtió en ‘Nationalheld’, en héroe nacional. Nada menos que en el día de San Valentín, Haaser consiguió enamorar a casi toda Austria.
El campeón tirolés cubrió las dos bajadas en la pista Schneekristall de la citada estación de Salzburgo -con salida a 1.511 metros de altitud y 450 de desnivel- en un tiempo ganador de dos minutos, 39 segundos y 71 centésimas. Exactamente 23 menos que el veterano Thomas Tumler y con 51 de ventaja sobre otro suizo, Loic Meillard, bronce en una prueba que el noruego Timon Haugan, líder tras el primer acto, concluyó séptimo; y en la que el barcelonés Aleix Aubert, vigésimo tercero, fue el mejor español.
Odemartt había llegado a Saalbach en busca del ‘triplete’. Después de exhibirse en el supergigante, ‘sólo’ pudo ser quinto en el descenso y este viernes manifestó su descontento tras cometer, en la bajada decisiva, un error («en una pista en la que si pierdes velocidad, no es nada fácil recuperarla») que le supuso perder un puesto y acabar cuarto.
Ahora se centrará de nuevo en proseguir un camino que, salvo auténtica hecatombe, le guiará hasta la consecución de su cuarto triunfo seguido en la Copa del Mundo, la competición de la regularidad. En la que también lidera las clasificaciones de las tres disciplinas que disputa.
Esta vez con cielo encapotado y nevadas ocasionales arrancó la primera manga, que abrió el noruego Alexander Steen Olsen, cuyo crono mejoró inmediatamente Meillard. Con el dorsal 5, Odermatt se quedó a 22 centésimas de su compañero en el muy potente equipo suizo; y Haugan, con el 11, los mejoró a ambos. El noruego cubrió el primer recorrido, marcado por el austriaco Martin Kroisleitner, con sólo dos centésimas menos que Meillard y con 24 sobre el líder del ‘Swiss Ski Team’.
Al igual que sucediese el jueves con Nueva Zelanda -que festejó la plata de Alice Robinson en el gigante que ganó la italiana Federica Brignone- Brasil (con Lucas Pinheiro) y Andorra (con Joan Verdú) optaban a la primera medalla de toda su historia en unos Mundiales.
Verdú acabó la primera manga decimoquinto, a un segundo y 33 centésimas de Haugan, antes de salirse de recorrido en la segunda. A Pinheiro le había ido aún peor -fue decimonoveno, a 1.94- en el acto inicial, en el que perdió toda opción.
De entre los locales, Marco Schwarz -en proceso aún de reencontrarse a sí mismo, después de la grave lesión que sufrió la pasada temporada- mantuvo el tipo y acabó octavo la primera ronda, a 87 centésimas. Stefan Brennsteiner, otra de las bazas de la anfitriona, perdió un esquí antes de completar el primer cuarto de la pista y Patrick Feurstein se quedó muy lejos (vigésimo, a 1.99).
El mejor austriaco había sido Haaser, que afrontaba la segunda manga, cuyo trazado diseñó el suizo Helmut Krug, desde el quinto puesto: a 62 centésimas y con opciones de medalla. En una prueba en la que los diez primeros estaban en poco menos de un segundo y otro candidato, el noruego Henrik Kristoffersen, era noveno, a 88 de su compatriota. Antes de progresar apenas una posición para acabar octavo.
Suiza había colocado a tres de los suyos entre los mejores seis, porque tras la primera bajada Tumler era sexto -ex aequo con el italiano Luca de Aliprandini: noveno al final-.
El alemán Anton Grammel marcó la primera referencia con el que acabó siendo el mejor crono de la segunda manga, que sirvió para avanzar diez puestos y acabar duodécimo.
Pinheiro -con cinco victorias en Copa del Mundo cuando esquiaba para Noruega, como Lucas Braathen- no mejoró el crono del esquiador de Baden-Württemberg, pero avanzaría cinco plazas para acabar decimocuarto. El domingo tendrá una nueva oportunidad de darle una gran alegría a Brasil en el eslalon: disciplina en la que ganó el Globo de Cristal hace dos temporadas.
Verdú arriesgó. Y le fue mal. A Grammel lo desalojó del primer puesto Zan Kranjec. Al esloveno, el noruego Atle Lie McGrath. Y a éste, el francés Thibaut Favrot, que comandaba a falta de los nueve mejores y al que no mejoró Kristoffersen; que acabaría sexto.
Schwarz respondió, demostrando, a pesar de un error en el tramo bajo, que las lesiones no podrán con su versatilidad y enorme talento; y concluyó quinto. Dentro de un año habrá Juegos Olímpicos, en Cortina d’Ampezzo (Italia). Y, si no sufre nuevos contratiempos, en los Dolomitas habrá que contar con ‘Blacky’.
Quedaba arriba la navaja multiusos de la Confederación Helvética. Que esta vez no fue del todo letal. Porque a ‘Tommy’ Tumler -que con 35 años logró su segunda plata en estos Mundiales, después de la que obtuvo en la prueba por equipos- lo mejoró Haaser, pidiendo hora en el podio.
Steen Olsen se salió de trazado y Odermatt se quedó a 58 centésimas del tirolés, que ya aseguraba una medalla.
Faltaba conocer de qué metal sería. Y al final fue de oro, porque Meillard se quedó a 51 y a Haugan -que nunca había liderado un gigante y al que pudo la presión- se descalabró con el vigésimo quinto tiempo de la segunda manga para acabar séptimo.
En espera de los dos eslalon que cerrarán los campeonatos -en los que no renunciará a nada-, la anfitriona respira tranquila, al haber minimizado, con creces, posibles heridas. Puede perder posición, pero aún podría, incluso, acabar al frente de la clasificación de trofeos. Pase lo que pase de aquí al domingo, Austria vivirá un fin de semana de felicidad plena.