RELATOS DE VIDA
Llevaba poco más de dos horas durmiendo, alrededor de la medianoche quedó completamente dormido luego de haber agarrado un poco de calor, pues en la calle el ambiente era casi invernal, con vientos helados que obligan a llevar una chamarra, por eso de las recochinas dudas.
Estaba disfrutando del descanso, tenía la temperatura ideal, las luces estaban apagadas, no había ruidos ni en la habitación ni en la casa, y venía arrastrando desveladas y cansancio, lo que se sumaba a las preocupaciones.
Todo marchaba en esa sintonía de tranquilidad y descanso, pero alrededor de las 3 de la mañana, la sensación de que unas pequeñas patitas caminaban encima de las cobijas y su cuerpo, lo obligaron a despertar y levantarse para observar lo que sucedía.
Afortunadamente no había nada ni nadie encima o debajo de la cama, tampoco en la habitación, así que trató de acomodarse y conciliar el sueño, se arropó nuevamente con las cobijas y volvió a cerrar los ojos.
No pasó tanto tiempo cuando comenzó a sentir frío, como si estuviera aún en la calle, además de percatarse de una sensación extraña, tenía mucho miedo y no sabía el porqué, solo que era mucho el frío y bastante el miedo.
Intentó taparse completamente, y comenzó con oraciones, pero se asustó más al no poder concluir alguna de ellas, iniciaba una y otra vez pero no podía terminarlas, lo que incrementó aún más su miedo.
Aún con la sensación que envolvía su cuerpo, abrió los ojos, se paró de la cama, prendió las luces y luego buscó una película, la misión era no quedarse dormido, pero el estrés del miedo hizo que en media hora estuviera profundamente dormido y hasta roncando, aunque ahora bajo otro ambiente de luz y ruido.