DES-prográmate y Ámate
La pregunta que te dejo el día de hoy es sencilla, pero profundamente reveladora: ¿El lugar donde vives, trabajas o amas te permite florecer, o solo te permite aguantar?
Esta semana, marcada por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, nos invita a hacer una pausa que va mas allá de la estadística y la conmemoración, es un recordatorio de algo que no siempre es cómodo o sabemos nombrar. Y es que, como mujer, no sólo basta con sobrevivir, merecemos entornos donde podamos florecer.
La violencia no comienza cuando vemos que sucede algo grave, la violencia empieza cuando dejamos de ser, cuando, como mujeres, dejamos de hablar por miedo, cuando se nos exige aguantar más de lo que un cuerpo humano debería resistir o cuando la ternura es percibida como un riesgo y no como un derecho.
Y ese es, precisamente, el contraste más profundo de esta fecha: la diferencia entre vivir en modo supervivencia y vivir en un entorno donde se pueda respirar y nos permita crecer y existir sin miedo.
Cuando hablo de vivir en modo supervivencia, me refiero a estar alerta todo el tiempo, revisando las palabras antes de decirlas, midiendo cada movimiento para no incomodar, ajustando el tono, minimizando lo que duele por miedo a mostrarse, agradeciendo lo mínimo y guardando silencio, cuando realmente el alma está gritando. Es vivir con el cuerpo tenso, intentando que nada “explote”, es sostener el peso de un ambiente que no se ajusta a nosotras, si no que nos obliga a encoger nuestras alas. Es vivir negociando nuestra paz para mantener todo, aparentemente estable.
En cambio, florecer es otra cosa, florecer es sentir que tu voz no estorba, es equivocarte sin que eso sea peligroso, es poder descansar sin sentir deuda alguna, es saberte suficiente sin tener que demostrárselo a nadie. Es ser tratada con dignidad, incluso en momentos de conflicto, es que tu ternura sea bienvenida, no castigada.
Para mí, es importante que el día de hoy recuerdes que, la seguridad no es ausencia de conflicto, es presencia de respeto, ya que muy pocas veces se nos enseña a identificar esa diferencia.
Hay mujeres que han vivido mucho tiempo en ambientes de dolor que, llamar “hogar” o incluso “amor” a esos lugares, se volvió automático. Son mujeres que crecieron creyendo que cuidar más, dar más o aguantar más, era la manera de mantener todo unido, mujeres que no se han visto en un entorno, donde la ternura fuera segura.
Es por eso que esta fecha sigue siendo necesaria, porque no solo nos habla de lo que duele, nos habla también de lo que merece existir.
Estos entornos de los que hablo, los entornos que permiten florecer, no se caracterizan por la perfección, sino por la humanidad, por personas capaces de escuchar, de reparar y de hacerse responsables. Por relaciones donde hay reciprocidad, límites sanos, calma y sobre todo presencia. Por espacios sanos donde la vida no se reduce en “aguantar”, sino se expande hacia la posibilidad.
Si el día de hoy, tú sigues en un lugar en donde tu cuerpo está tenso, donde tu voz tiembla o donde tu paz depende del estado emocional de alguien más, quiero decirte algo con toda la claridad y todo el respeto: no es tu culpa haber aprendido a sobrevivir, y tampoco estás obligada a quedarte ahí.
Hay una versión de ti que aún no conoces, una que solo aparece en entornos donde es seguro bajar la guardia. Y esa versión merece aparecer, merece ser vista, escuchada y cuidada, merece florecer.
La pregunta que te dejo el día de hoy es sencilla, pero profundamente reveladora: ¿El lugar donde vives, trabajas o amas te permite florecer, o solo te permite aguantar?
Si necesitas acompañamiento para encontrar la respuesta, o para empezar un camino distinto, aquí estoy.


