14.1 C
Hidalgo
lunes, julio 21, 2025

Floral 

Más Leídas

PEDAZOS DE VIDA

De su nuca surgió un pétalo, lo arrancó y nació otro, pronto un botón y la corola completa, arrancó la flor pero surgió otra. Fue al médico y le recetaron unas píldoras para que dejara de ver las flores pero no sirvieron de nada, poco a poco flores surgían de su piel, salían en la frente, en el cuello, en las axilas, en las ingles, tuvo flores en el ano y también en el sexo. 

Las flores comenzaron a extenderse, a crecer y generar tallos, pero las flores no eran de un solo color ni de un solo tipo, de pronto tuvo un floripondio, una vez creció un crisantemo, pensó que en algún momento tendría algún cempasúchil, lo asombroso fue ver el alcatraz saliendo de su tobillo. 

No tuvo problemas al inicio con las flores y los tallos herbáceos, pero cuando emanaron los tallos soberosos comenzaron los problemas, cortarlos no fue fácil, y el dolor era más prolongado que los primeros, aunque esto no se comparaba cuando de algunos brotaban las espinas. 

Había noches que despertaba con el aroma del toronjil, cuando el aroma le tranquilizaba el alma, aquella vez que se rasuró la lavanda o cuando tuvo que podarse el romero que le creció en los pies, el dolor se hizo mínimo ante la experiencia olfativa, sin embargo no siempre fue así, también hubo noches de apestosa sábila, y de hierba del zorrillo, no podría olvidar cuando se afeitó la ruda de las axilas y tampoco cuando la stapelia de su espalda le hizo pensar que había un cadáver en su cuarto.

En la lengua también hubo brotes, de ajenjo, manzanilla, y hasta una caléndula que al abrirse casi le quita la respiración. Algunas veces al arrancar las plantas de su cuerpo brotaban pequeñas líneas de sangre, a veces la sangre no salía y en su lugar brotaba la savia, pero el dolor de la herida era una constante. 

Una vez, cuando cortó una ramita, que después supo que era un lechero africano, perdió en la inconsciencia más de veinticuatro horas, cuando despertó pensó que había dormido pero en realidad había muerto un día. 

Llegó la hora en que ya no pudo podar tanta rama, en que ya no pudo arrancar las flores ni desprender las hojas, y en la soledad del campo se convirtió en un cúmulo de tierra colorido por flores que con el tiempo se marchitaron.

Autor