LAGUNA DE VOCES
Cada año pensó que tendría la eternidad para dar con el secreto que le había regalado, cuando niño, una Nochebuena con ingredientes tan únicos, que después se enteró solo pueden reunirse cada determinado tiempo, y a veces, de plano, nunca regresan. Es algo así como uno en un millón, de tal modo que tendría que perder la esperanza.
Sin embargo, algo le machacaba en la cabeza y le aseguraba que sí, efectivamente, era un asunto que rebasaba la simple realidad, pero que puede repetirse en una simple vida humana, siempre y cuando se tenga la capacidad de creer que es posible. Igual al personaje de Paul Auster, que logra volar luego de vencer no solo las dudas, sino la incapacidad de ver con cierta esperanza la existencia. Porque lo contrario, a estas alturas, me haría entender que ya no hay esperanza alguna, y que será justo y necesario limitar todo el asunto a que los viejos tenemos tantos recuerdos, que acabamos por confundir lo real, de lo que no es.
Pero es un hecho que justo un día como hoy, 24 de diciembre, conocí de primera mano la convivencia plena, amable, de un montón de realidades, tantas como cada quien las quiera concebir, y que de ninguna manera convocaban al miedo, al misterio o cosas por el estilo. No, lo que esparcieron entre todas las personas convocada a esa celebración, en un pueblo tan frío como hoy es todo el país, fue una voluntad absoluta por volver a creer ante los hechos evidentes, traer de nuevo la memoria, sacar de los lugares más recónditos de la misma, la diminuta luz que nos hace viajeros permanentes entre todos los tiempos, que dejaron de ser pasado, presente o futuro, para ser simplemente un tiempo.
Cada quien ha vivido la Nochebuena a su manera, pero incluso a los que solo les trae recuerdos amargos, porque en estas fechas muchas personas se van y por lo tanto el recuerdo tiende a ser de tristeza, existe una esperanza constante que le otorgue la posibilidad de entender en qué demonios consiste esto de caminar y caminar, para un día simplemente esfumarnos.
Pero no es así. No nos esfumamos. Al contrario, siempre andamos de un lugar para otro, de un universo que apenas si conocemos, a otro donde al menos ya avanzamos unos millones de años luz en su exploración. Es decir que todo lo que hemos soñado es real.
Y si lo que anhelamos es poder estar con las personas que nos han amado y amamos, es asunto de desearlo con toda el alma, de invocar la magia de estas fechas, para ver que todo, absolutamente todo es posible.
Hoy es Nochebuena. Y ante todo le deseo a usted, lectora, lector, tenga una venturosa noche, y mañana siga de fiesta porque es la Navidad.
Que la ventura esté de su lado, y pueda prepararse para el 2025, con la certeza de que esto de vivir es único, mágico y, además, el principio de un camino a infinitas posibilidades.
Así las cosas, gracias por habernos seguido durante este año. Mucho le agradeceremos lo haga en el siguiente. Cuídese, sueñe, crea en la posibilidad de renacer en esperanza la noche de hoy, porque hoy es Nochebuena y mañana Navidad.
AVISO: Aprovecho para informarle que nos reencontraremos en este mismo espacio el jueves 2 de enero, ya del 2025.
Mil gracias.
@JavierEPeralta