LAGUNA DE VOCES
En un solo día, el mundo puede dejar de ser una embarcación que se dirige al abismo, y ser la nave única en que se salve la eternidad. Pero también, en un solo día, podemos convertirnos en los extraños más terribles de personas a las que considerábamos parte del mismo camino en que solíamos recorrer el planeta, el lugar en que vivimos.
Lo único eterno en la existencia humana es que tenemos el deber, para nosotros nada más, de conservar lo más que podamos de la esencia de las personas que nos amaron y amamos. Así que, por eso, en una fotografía, antigua o nueva, deberá identificarse la risa de mamá, de papá, de cada uno de nuestros hijos, para saber el camino, este sí real, a donde el tiempo deja de correr.
Buena parte del transcurrir de la vida es descubrirnos, las más de las veces, extraños de todas las personas con las que platicamos, a veces, aunque la mayor parte del tiempo nos sugerimos que es mejor ser así, ajenos, extraños, que el tiempo apura la necesidad de seguir un viaje, de por sí corto y fugaz.
En realidad, nos detenemos segundos en la historia propia, y deseamos con intensidad que el cielo siga con sus colores tristes del otoño, hasta coronar con el invierno y un firmamento estrellado. Sabemos sin embargo que habrá de cambiar la bóveda celeste, y ni uno solo de los astros que vimos de niños, estará en el mismo lugar, porque así es este arte raro y único de vivir.
Así que nadie debe lamentarse de que le sea imposible atesorar la arena del mundo, igual que comprender los misterios de lo religioso. Simplemente no se puede, y se acepta o no se acepta.
Aceptado todo lo anterior, usted se sentirá más tranquilo, menos errático a la hora de dar cuentas al libro único, el que ya tiene escrito, de su existencia.
Habrá un montón de páginas en blanco, cuando se dé cuenta que en algún momento tuvo la intención se sobrevivirse en la memoria colectiva, pero como no se guardó ni en la suya, entonces dará igual.
El mundo, con toda seguridad, al rato se podrá componer y salvar.
Usted ya no, porque ni sentido tendría lograrlo.
Es la vida, la infinita posibilidad que nos ofrece, de viajar en un tren que se llama vida humana, y un día bajar en una estación luminosa donde no conocemos a nadie, que ni falta hará, porque el vagón del que descendimos, hace mucho, mucho tiempo que nos habrá dejado en el olvido.
Buen viaje, asómbrese con las maravillas que nos ofrece, y deje de preocuparse por su duración. Acabará cuando deba acabarse.
Mil gracias, hasta mañana.
@JavierEPeralta