PEDAZOS DE VIDA
Me dijo que estaba perdido, que no sabía cuánto tiempo llevaba así, me dijo que andaba buscando a su hermana que tenía algo muy importante qué decirle pero no sabía dónde encontrarla. Al inicio lo tomé como una persona sin uso de razón pero conforme me contó su historia, me alejé de este pensamiento y supe que en verdad estaba perdido y que tenía que encontrar a su familiar.
Pocas veces la gente se detiene para escuchar a las personas en la calle, y cuando las personas no lucen bien, por lo general se les da la vuelta, se les ignora y se sigue adelante. En sus ojos se notaba esa alegría que los niños pequeños tienen cuando les das un caramelo o cuando les regalas un juguete, él estaba ahí de pie, alegre porque alguien entre cientos de personas se había detenido a escucharlo.
Al inicio, quiso contarme todo de una vez, eso fue lo que me hizo pensar que no estaba cuerdo, que estaba ebrio o que tenía algún problema para explicar lo que fuera que me quisiera explicar, pero poco a poco mi paciencia se alargó y comprendí que aquél hombre no estaba perdido en esta ciudad sino que estaba perdido en sus recuerdos y vivencias.
Cuando se dio cuenta de que a pesar de que lo había visto y me había detenido a escucharlo, no podía hacer nada por él, se marchó desvaneciéndose frente a mí, en tanto, para la gente que esa tarde me vio no fui más que una persona loca hablando con la nada, así pasa cuando detienes la marcha para escuchar a un fantasma.