LAGUNA DE VOCES
Despertarse a las cuatro de la mañana sin una razón aparente es asunto común entre la gente de edad, aunque si a eso agregamos la seguridad, de la que muchos dan testimonio, en el sentido de que algo de la conciencia se queda perdida en alguna parte y no regresa, a menos que se logre conciliar el sueño de nueva cuenta, luego entonces no es simple asunto de insomnio, sino algo que rebasa en mucho la idea que casi todos tenemos de la vida.
Porque en serio, cuando no se puede dormir de corrido hasta las seis o siete de la mañana, que es la hora en que buena parte de los pachuqueños se levantan, es signo inequívoco de que la vejez tocó a la puerta, pero también de que por vez primera en tantos y tantos años de practicar el ejercicio de ausentarnos de la vida, tiene otra razón de ser.
¿No te has despertado de pronto con la seguridad de que el sueño que antes gozabas por irreal, resulta que es más real que la vida que vives en vigilia? ¿No has caído en la cuenta de que tarde o temprano te vas a quedar varado en alguno de tus sueños, y que esperas con ansias, hasta ilusión, que sea ese donde eres feliz como nunca pudiste serlo? ¿No se te antoja ya no despertar?
Justo cuando estos pensamientos asaltan al durmiente, ese que se despierta sobresaltado, con los ojos espantados, y no es que sea incapaz de volver a conciliar el sueño, no. Es que poco a poco se da cuenta que en ese otro mundo es donde en realidad ha vivido siempre, y que además es muy, pero muy feliz de reconocer a cada uno de los que se le atraviesan en esa tierra única y bella.
Algunos afirman que la epidemia de insomnio que azota a buena parte del mundo, en poco tiempo generará en esta que consideramos la “vida real”, las características que nos harán entender que en realidad esta es la tierra de los sueños, no buenos por cierto, pero tierra de sueños.
Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx
@JavierEPeralta