MEMENTO
“Cuando éramos niños jugábamos a ser grandes, ahora que somos grandes… jugamos a ser niños.”.
Cuando éramos niños – Les Luthiers
Escuincle viene del náhuatl itzcuintli, que significa perro. Con el tiempo y la castellanización, se deformó en escuincle. En su uso coloquial, se empezó a emplear para referirse no solo a los perros, sino también a los niños, sobre todo cuando son traviesos o impertinentes. Otras palabras prehispánicas para referirse a la niñez son: chamahuac, que se traduce como grueso, crecido, persona joven, y chilpayatl, que significa niño.
En promedio, el cuerpo humano está compuesto aproximadamente por un 60 para r ciento de agua. En bebés es hasta un 75 por ciento, los adultos suelen tener entre 50 por ciento y 65 por ciento, y en personas mayores el porcentaje baja un poco. Ahora, si lo pasamos a litros, una persona adulta que pesa 70 kilos tiene alrededor de 42 litros de agua en su cuerpo. Una fórmula para calcularlo sería: tu peso x 0.6 = litros de agua aproximados. Así que andamos como recipientes de agua caminando por la calle. El humano, en el fondo, es solo agua embotellada con sueños y contradicciones.
Me caen mal los infantes, mi tolerancia es mínima. En mis planes de juventud no tenían cabida los hijos, mucho menos ser padre, porque —como suelo comentarlo— hay una enorme diferencia: algunas personas pueden reproducirse como si fueran perritos y luego abandonan a sus crías por el mundo. Claro, también existen quienes ejercen la maternidad o paternidad responsable; ya como mínimo, se mochan para los gastos, sea por voluntad o por obligación judicial.
Mis hijos fueron producto de una serie de coincidencias: tanto el anticonceptivo como el preservativo fallaron en ese porcentaje mínimo que advierten las etiquetas, sumando (sin presunción) al alto porcentaje de incidencias. Al enterarme de la preñación, decidí ser el segundo mejor padre del mundo (el primero es el mío). Procuré leer, indagar e investigar al respecto, y la neta me la rifé; debo andar por ahí del lugar número 74 millones 892 mil 368 en el ranking mundial.
Existen muchos escuincles que hacen honor a su origen nahua. No es culpa de ellos, es responsabilidad de sus progenitores; la educación se mama en casa y se pule en la escuela. Hay muchos adolescentes y adultos jóvenes que no supieron cómo funcionan las consecuencias desde su niñez, y ahora andan por el mundo reproduciéndose e incrementando el número de recipientes de agua andantes. Los niños son como flatulencias: solo aguantamos los propios.
Crecí en un ambiente donde se escuchaba constantemente: “donde come uno, comen dos”. Y es cierto, pero nos toca de a menos. No es lo mismo un taco de frijoles que uno de sal. Así vi cómo las familias vecinas incrementaban su prole cada fin de año por los efectos primaverales, y donde comían dos, en unos cuantos años ya comían seis. Una familia grande, en ocasiones, conlleva carencias. Y no me refiero solo a las económicas, sino a las de amor y educación.
La materia no se crea ni se destruye, solo se transforma. Vendrán los tiempos de sequía y nos preguntaremos por qué ya no hay tanta agua como antes, por qué los arroyos se han secado o por qué las presas ya no se desbordan. Y una de esas respuestas estará a su alrededor, a su lado o entre sus brazos: la sobrepoblación que estamos viviendo, la reproducción a edades cada vez más tempranas, la longevidad. Cada vez somos más en este mundo, y por lógica, tenemos menos agua y menos recursos. Claro, quienes consumen más agua son las empresas multimillonarias, pero quienes consumimos Coca-Cola o chela, somos nosotros.
En una semana será el Día de la Niñez. Deseo de todo corazón que, en el marco de la celebración, nos dé chance de crear tantita conciencia sobre el mundo que les estamos creando: el mundo físico, y su propio mundo, ese que compartirán con los demás.
La conseja de hoy
Trabajemos en nosotros, en nuestros hijos y en nuestro mundo. Procuremos tener una familia a la que podamos darle lo mejor y, si no se puede, como diría mi Awe: “Más vale pájaro en mano que niño chillando.”