10.3 C
Hidalgo
domingo, diciembre 22, 2024

Es tiempo de la reconciliación nacional

Más Leídas

RETRATOS HABLADOS

Un hecho fundamental de los últimos seis años en México, es que su territorio fue transformado en un ring de box, en que fueron colocados, en un extremo los ricos-conservadores, y por lo tanto, corruptos; y en el otro los de pocos recursos-pueblo, por lo tanto honrado y sabio, con un árbitro que decidió hacer todo lo posible para provocar un odio que haría imposible, si no una reconciliación, cuando menos la posibilidad del diálogo y no la pelea para dirimir conflictos.

Dividir a una sociedad es un consejo trillado en todos los manuales del poder, en el refranero de la política, en el sentido común. Pero pocos escribieron sobre las consecuencias para la mayoría, para quedarse siempre con la historia del “triunfador”, siempre en lo individual, no en lo colectivo.

México vive un momento complicado en esa materia, porque efectivamente, hay un odio de clases, que se observa cotidianamente en la rabia con que se atacan en las denominadas máximas tribunas de la política, que son las del Congreso federal, es decir de las Cámaras de Diputados y Senadores. Dejaron de ser simples adversarios, para ser enemigos, en todo el sentido de la palabra.

Y eso es grave, porque ninguna sociedad en su conjunto, puede avanzar, y si acaso lo hará en los sectores que corresponden a una clase social.

De tal modo que es urgente un llamado a la reconciliación. No entre los grupos de porristas que se van con tal o cual político, sino entre la ciudadanía que decidió no seguir en el juego que los hacía partícipes, es decir parte, de un grupo, que solo podía ser el de los fifís-conservadores, o el de los que son encarnación del pueblo.

Y así no se puede ir a ninguna parte.

El odio conviene a los políticos, pero no al ciudadano.

Conviene a los intereses de quienes ansían el poder. No a los que todos los días trabajan por un mejor país, sin colores, sin política de por medio.

La división, la radicalización, la polarización, es parte de una estrategia de los que se obsesionan con el poder. Pero solo les conviene a ellos.

Es tiempo de apurar una política real de reconciliación.

Porque divididos, odiándonos unos a otros, no vamos a ir a ninguna parte.

Y dejar esa actitud de odio es asunto de los ciudadanos, no de los políticos, no de los que viven para el poder. Es de ciudadanos dejar de jugar el juego que les fue impuesto, que les fue inoculado como una mala enfermedad.

Si los políticos que se dicen hasta de lo que se van a morir, se gritan, se ofenden, en las “máximas tribunas”, que lo hagan, es su pobre visión de la vida. Pero que no trasladen esas amargas existencias, al sentir de todos los ciudadanos, y observe que no usó la palabra pueblo. El pueblo como tal no existe. Existen los ciudadanos, que se unen para buscar su bien común. Y se unen todos, sin mediar los calificativos, las clasificaciones.

Y solo así, en la búsqueda de un destino común, de un bien común, surge el pueblo, conformado por ciudadanos con rostro y nombre, no una masa sin rostro y sin nombre.

Es tiempo de impulsar una verdadera reconciliación de todos los mexicanos.

Mil gracias, hasta el próximo lunes.

Correo: jeperalta@plazajuarez.mx

X: @JavierEPeralta

Autor