RETRATOS HABLADOS
El Estado de Hidalgo ha luchado desde el año 2000 por lograr que, en su territorio, se construya una obra insignia de cualquier gobierno. Poco antes de que Ernesto Zedillo Ponce de León concluyera su gobierno, el entonces gobernador, Jesús Murillo Karam, presentó el proyecto para la edificación del Nuevo Aeropuerto Internacional alterno al de la Ciudad de México, en el Valle de Tizayuca-Zapotlán de Juárez.
Ya en el 2001, con Vicente Fox como presidente de la República, emitió la convocatoria para participar con el mejor proyecto para, finalmente, dar vida al campo aéreo. Participó el Estado de México con Texcoco y nuestra entidad con Tizayuca, pero pese a tener las mejores condiciones y un plan integral de crecimiento para toda la región, la decisión fue a favor del Edomex.
Para el siguiente año, el 2002, la obra sería cancelada por la inconformidad de ejidatarios de San Salvador Atenco. Como quiera, Hidalgo ya había sido descartado por razones que nunca fueron expuestas, porque en ningún momento se optó por el segundo competidor. Simplemente aplicaron la tesis: “si no es el Edomex, no es ninguna otra entidad”.
Después llegó Calderón y volvió con un nuevo juego, esta vez para una nueva refinería en la región de Tula, ya de por sí contaminada, que orilló al gobierno de Miguel Ángel Osorio Chong, a contraer deuda por mil 500 millones de pesos para adquirir 700 hectáreas solicitadas para el complejo petroquímico. Está claro que no se hizo nada, y si acaso una barda mal hecha.
De nueva cuenta la palabra presidencial incumplida.
Después vinieron las elecciones que finalmente llevaron a la primera magistratura del país a Enrique Peña Nieto, y ahí sí, coincidieron en que el aeropuerto se quedaba en Hidalgo. Enrique Peña Nieto incluso divulgó un anuncio de campaña con la frase, “te lo firmo, y te lo cumplo, el nuevo Aeropuerto Internacional se queda en Hidalgo”. AMLO no se quedó atrás y también dijo que desde el principio la mejor opción eran las tierras hidalguenses, y que, si ganaba, haría realidad esa obra.
Después, lo de siempre. A Peña Nieto, ya presidente, se le olvidó y con todo y firma para cumplir, regresó la magna obra a la entidad mexiquense, ya más del lado de Texcoco. No contaba con que el siguiente sexenio el PRI perdería la presidencia, y que tal cual lo había comprometido, López Obrador, ahora sí, se la entregaría a Hidalgo.
Pero todos sabemos que a los presidentes de la República les encanta prometer todo a los hidalguenses, y después se les olvida, o simplemente borran esos compromisos por no ser, electoralmente, un territorio de tanta valía como el Edomex.
Y por eso, luego que el 03 de enero de 2019 fueron cancelados los trabajos para la edificación del aeropuerto de Texcoco, lo que hizo que muchos albergaran la esperanza de que, por fin, Hidalgo recibiría una recompensa histórica de tipo social, para hacer realidad en Tizayuca, la obra más importante de los últimos tiempos.
Lo logró, pero solo en el nombre del campo aéreo, “General Felipe Ángeles”, que fue lo único que se alcanzó, en una obra que, para variar, fue entregada al Estado de México, y específicamente a la milicia.
Así que, luego del recuento histórico de desprecio que se ha padecido a manos de presidentes de la República, con todo y que ahora será una mujer la jefa de la nación, y que ya electa ha insistido que será realidad el tren que conectará a Pachuca con el AIFA, y de ahí a Buenavista, pues como que es imposible decir que así será.
Y no es que uno sea necio, es que tantas veces se la han hecho a los hidalguenses, que de plano, hasta no ver, no creer.
Mil gracias, hasta mañana.
@JavierEPeralta