Un adulto responsable
“No se ve, pero siento que hay en
mí algo que está cambiando”
Canción de Julieta Venegas
Platicaba con mi hermano el fin de semana sobre cómo enseñaba un cierto profe del CBTis que a mí también me dio clases, y me respondió: “depende”, con la plática llegamos a la conclusión que hay ciertos maestros que no tienen la didáctica (o a veces la pedagogía) necesaria para transmitir sus conocimientos, a pesar de que saben un montón de la materia que enseñan. Lamentablemente así pasa en los niveles medio superior y superior.
En realidad sí depende (como dijo mi hermano) y mucho, de tus capacidades como alumno y del conocimiento previo que tengas para entender o no a un profesor, aunque éste domine o no el tema del que habla. Por eso hay algunos alumnos que parece que entienden a la perfección el “idioma” del maestro y otros que, por más que lo intentan, nomás no pueden captar ni lo más simple que enseña y que, sin embargo, con otro catedrático o con una enseñanza con “sus pares” logran salir avante en las pruebas.
En un mundo tan globalizado y cambiante como el nuestro, la educación va transformándose, pero a mi parecer “no donde debería”. Faltan cursos de pedagogía, falta más vocación, falta la integridad en la enseñanza y descubrir que antes de ser alumnos, las y los estudiantes son seres pensantes, sintientes y tan complejos que una forma de enseñar no basta para que todos aprendan.
Y así pasa con todas las cosas, todo evoluciona. Pero mientras el mal grita, lo bueno es un sonido sordo. Sabemos más del policía corrupto y aprovechado, que de aquel que lleva años haciendo lo correcto y tomando las mejores decisiones. Lo mismo sucede con los sacerdotes, los médicos, entre algunas otras profesiones y oficios que solo son noticia cuando, desafortunadamente, hacen algo incorrecto o se vuelven mártires.
Eso sí, también nosotros tenemos que cambiar con el mundo: actualizarnos, encontrar mejores formas de realizar nuestras actividades y seguir aprendiendo, porque como diría la frase atribuida a Sócrates: “Entre más sé, menos sé”.
Ojalá seamos menos conformistas y mejoremos, como hermanos, como amigos, como parejas. En fin, en todos los aspectos de la vida. Que tengamos una vida plena y sepamos repartir a montones cuando haya y ser felices también cuando solo tengamos un bolillo y un cafecito.
Espero que la rutina no nos ahogue en el mar de la monotonía y nos reinventemos, que los cambios sean parte de nuestro cotidiano y seamos como el río que nunca pasa dos veces por el mismo lugar.
Ojalá que seamos lo suficientemente maduros para aceptar otras formas de pensar y sepamos discernir lo que nos conviene para adaptar esas ideas a nuestra propia vida, que admiremos a las personas correctas y también a las incorrectas, porque en cada historia hay un maestro y tan importante es saber lo que se debe hacer como lo que no.
Deseo de todo corazón que todo lo bueno que hay entre nosotros se potencialice y que todo lo malo sea una nota pequeña de la página más escondida de un perióidico que no sea este.
Un año entero de columnas ha pasado y espero que pasen otros más, porque todo lo que escribí sirvió de desahogo y para poder expresar mis sentimientos e ideas.
Nota: ¡Hoy más que nunca, mil gracias por leerme! Nos vemos el próximo martes.

