EL PEQUEÑO TIMMY
Uno cree que no puede haber algo peor hasta que llega algo peor, así ha sucedido en Hidalgo, con los diputados que cada periodo ocupan una curul en el Congreso, siempre hay uno peor que otro de la anterior legislatura, así mismo en los cargos de gobierno, en el Poder Judicial, en Derechos Humanos, en cada dependencia y presidencia municipal, ningún nivel de gobierno ni poder se salva.
Tan es así que a estas alturas del partido muchos se preguntan, porqué el Instituto Estatal Electoral de Hidalgo (IEEH) sigue de pie, luego de la forma tan vergonzosa que salió por la puerta de atrás la entonces presidenta Guillermina Vázquez Benítez, despedida por “corrupta”; y luego con la que parece ser la peor consejera que ha estado al frente de dicho órgano electoral, María Magdalena González Escalona, a quién nada más no le cuadran las cuentas.
Y es que no ha sido una o dos veces en las que diversos consejeros le han corregido la plana en plena sesión del IEEH, es una vergüenza que aún así la presidenta se aferre a una realidad inexistente por la que tarde que temprano tendrá que pagar, y ya es hora de que explique el porqué los representantes de los partidos políticos están bien maiceados con el presupuesto del organismo, tanta consideración con estos no es ético, no es moral y hasta se presta a malas interpretaciones.
Lo peor es que los representantes de los partidos políticos estén por encima del propio personal del IEEH, quienes han sufrido los recortes presupuestales que ha permitido la presidenta mientras se atiende con cuchara grande a los partidos políticos. Por poner un ejemplo, a los representantes de los partidos políticos les han incrementado alrededor del 20 por ciento sus dietas, mientras que al personal no se le han dado los ajustes salariales correspondientes.
Sin embargo, el tema de los dineros, no es el único en el que la ignorancia de la capitana se ha atrevido a navegar, las olas de la ilegalidad, la corrupción, la creación y desaparición de plazas, la compra de insumos, la prepotencia y la violencia de género ejercida en contra de otras consejeras, el autoritarismo al no haber un consenso real en varios de los proyectos subidos al pleno del Consejo General, además de la actitud que presenta a los trabajadores del IEEH acrecentan la inconformidad de un equipo que se ha desgastado y van creando la tormenta perfecta para que en un momento crucial el barco de papel que conduce doña Magdalena se hunda.
Es una vergüenza que los canales y redes sociales del instituto sean ocupadas por el consejero más narcisista y que incluso se convoque a eventos donde se presenten como catálogo de ropa barata, las fotos del consejero semicalvo de copete permanente levantado con moco de gorila. Y que este tipo de consejeros a cambio, paguen con un silencio rotundo ante las evidentes violaciones que se hacen a los reglamentos, las formas y los protocolos que existen dentro del órgano electoral. Nos gustaría hablar del tal J. C. pero eso lo dejaremos para otra ocasión, ya que la influencia que ejerce este hombre sobre la cabeza del consejo es evidente y da para mucho más.
En fin, lo que sí podemos decir es que doña Guille, tiene inteligencia propia, cultivó la perversión y generó un ambiente de terror y control al interior del IEEH, en cambio, con doña Magdalena a veces no se sabe si ella es presidenta o títere de alguien, sus pasos son torpes en la administración por lo que se vaticina que todo esto va a terminar muy mal; el tiempo mostrará a los consejeros ególatras, narcisistas, acomodados y corruptos que nunca señalaron estos errores y que por el contrario son comparsas de esta presidenta como si su gestión fuera a durar toda la vida.
Más allá de lo vergonzoso que puede resultar ser destituido de un cargo público como le pasó a Guillermina Vázquez Benítez, está el que termines en prisión y que todos esos errores que fueron tolerados por la maquinaria gubernamental y política sean cobrados con el tiempo, porque el hecho de que se llegue a estas alturas con la protección que se presume y sin ninguna sanción no puede ser posible sin la autorización y permiso de “la mano que mueve la cuna”.